ESTÉN DESPIERTOS, VIGILANTES… COMPARTIENDO CON ALEGRÍA Y ESPERANZA


Qué bueno poder empezar un nuevo año litúrgico, es el año que la iglesia considera ese tiempo para poder contemplar las verdades de nuestra fe, empezamos este domingo 3, y vamos adelantándonos a eso. Vamos a tratar de comprender que es el adviento, son 4 semanas, y después viene la navidad.
¿Qué es adviento? Es venida, advenimiento, del verbo venir. Si la iglesia pone 4 semanas para vivir el adviento, ¿de quién se trata, quién viene? Vamos a tratar de acercarnos a esta realidad profunda del adviento, porque después del adviento celebramos Navidad que es el nacimiento de Jesús.

Adviento es el tiempo precioso, necesario, para nosotros poder comprender, conocer lo que es nuestra fe cristiana, católica, del misterio tan grande de que Dios se hizo hombre. Es esa realidad de que Dios infinito, grande, quiso venir en la humildad de nuestra carne, Dios quiso venir al mundo en una persona humana como nosotros. Dios vino haciéndose hombre, el que es eterno, el que no tiene principio ni fin, porque Dios es eterno, quiso hacerse un hombre limitado en el tiempo, pues el más robusto vive 80 años.

Isaías dice que “Dios rompió su cielo y bajó a la tierra a vivir entre nosotros”, así entiende este hecho de encarnación, este Dios que vino al mundo hace más de dos mil años, pero la pregunta es ¿tú y yo cuánto sabemos de esto?, ¿cuánto captamos?, ¿cuánto entiende nuestra mente, nuestro corazón?, para poder comprender estas cosas que son de Dios, tenemos que preguntárselas a Dios. Es como cuando quieres saber algo de una persona, si tú le preguntas a cualquier otra persona tal vez te dirá algo, pero si le preguntas directamente a esa persona te abre su corazón. De eso se trata el adviento, de orar, de acercarnos a nuestro Dios para que Él nos abra su corazón y nos haga entender en el corazón ¿qué motivos tuvo para encarnarse?, ¿por qué hizo esto?, ¿qué le movió?

Dice Isaías: “Mas tú, Yavé, eres nuestro Padre, nuestro redentor; así te hemos llamado siempre. ¿Por qué Yavé permitiste que nos perdiéramos de tus caminos y que nuestros corazones no sintieran por Ti ningún respeto? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y de tus tribus herederas!” (Isaías 63,16b-19), ¿qué significa esto?, ¿a qué cerros se refiere?, se refiere a esos cerros que hay dentro de cada uno de nosotros, esos cerros que nos dividen, que no nos dejan ver el bien que hay en el hermano, que nos impiden visualizar el bien que hay en tu entorno, y a veces estamos más con una actitud de acusar, eso cerros que no nos dejan amarnos, el cerro tal vez de nosotros, el orgullo, el egoísmo.
“¡Ah, si tú rasgaras los cielos y bajaras!, los cerros se derretirían al verte”, sentirían tanto amor Señor, tanta humildad de un Dios que se abaja a nosotros, que se hace un hombre como nosotros siendo Dios, no nos quedaría Señor la impotencia, el orgullo, tal vez toda nuestra forma de ser se derretiría ante tu amor. De eso se trata el adviento, de ir conociendo como nuestro Dios viene a derretir los cerros, todo fruto de su amor.

“Al realizar cosas extraordinarias nunca vistas y de las cuales nadie, antes, había oído hablar”. Todo el adviento está lleno de citas como “forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas” (Is 2,4), esa formación de la humanidad ante la venida de un Dios que se hace un niño, Señor ¿que nos estas queriendo enseñar?, ¿qué nos quieres transmitir? “Ningún oído oyó ni ojo alguno vio, que un Dios, fuera de ti, hiciera tanto en favor de quien confía en él. Tú caminas delante de aquellos que se comportan como es debido y que tienen siempre presentes tus caminos.”, ir conociendo a este Dios que va hacer maravillas en nosotros, ¿cómo se prepara la sociedad del consumo en la que estamos viviendo todos? La sociedad de consumo nos ofrece el consumismo, el sabor, esa sociedad de consumo te vino a ofrecer calma, te ofrece gato por liebre… pero yo me compré todo eso, hice todo lo que me dijeron en la propaganda… es un fraude porque eso no es navidad. El adviento es para conocer a nuestro Dios, para saber quién volvió para hacerse hombre.

“Tú te enojaste cuando nosotros pecamos, pues, hace ya mucho tiempo que te estamos desobedeciendo. Todos nosotros éramos como impuros y todas nuestras buenas obras como un paño sucio. Hemos caído como hojas y nuestros pecados nos arrastran como el viento.” ¿Cómo son las hojas?, son débiles, frágiles, no tienen peso, una hoja cae y el viento se la lleva; esa es la realidad del mundo cuando Dios no está en el centro, cuando el hombre vive con Él, cuando no lo conoce, y es la realidad también de nuestro mundo. ¿Cómo están nuestras familias? ¿Cómo están nuestros niños?, imbuidos, aturdidos, en medio de los celulares y la tecnología, ahí los ves, ya ni juegan, ya ni saltan, al niño de 2 años la mamá le da el celular para que se entretenga y le deje hacer algo. ¿Cómo están nuestros adolescentes, nuestros jóvenes? ¿Cómo están nuestras calles, nuestros barrios?, ¿qué seguridad nos ofrece?, ninguna, hay mucho riesgo, mucho temor.
Ante esta realidad en nuestro mundo, aun cuando Jesús ya vino y está entre nosotros y está presente en su iglesia, nosotros tenemos la necesidad de prepararnos para esta realidad tan grande, nuestro Dios se hace hombre para salvarnos.

“Nadie invoca tu Nombre ni se despierta para buscarte, pues tú nos has dado vuelta la cara y nos has dejado a merced de nuestras culpas. Y sin embargo, Yavé, tú eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro y tú eres el alfarero, todos nosotros fuimos hechos por tus manos.” ¡Cuánto amor Dios ha puesto en ese pequeño barro que es nuestra vida!, cuánta ternura, añoranza, cuánta ilusión, anhelo, cuánto deseo de que ese hijo crezca y sea hermoso y sea grande como Jesús, que sea un hombre para los demás, que sea una persona capaz de construir un mundo distinto. Cuánta añoranza en el corazón de Dios al ver a sus hijos, que siendo esa criatura hermosa, preciosa, como ese barro en manos del alfarero, no vivimos.

“Nosotros somos el barro y tú eres el alfarero”, pareciera que el profeta le estuviese recordando a Dios lo que es Dios para nosotros: Tú eres nuestro Padre. Pero es Dios quien se acuerda de nosotros: Yo sé quien eres, sé que eres mi hijo, Yo te he creado, Yo te he dado la vida, Yo te conozco, antes que tú nacieras Yo te conocía y te he consagrado, Yo sé lo que vales para mí.
Por eso Dios ante el pecado de la humanidad, sale de sí mismo, se vuelca totalmente al hombre. ¡Qué locura Señor! Tanto amaste al mundo que te has hecho hombre, dejando tu cielo por venir a caminar codo a codo con nosotros. Y me ayuda mucho ver cómo Dios ve a la humanidad ante el pecado, porque “los pecados nos arrastran como las hojas al viento”.

El pecado es como un niño que dentro del seno de su mamá dice que no quiere recibir la vida de su mamá y se corta el cordón umbilical, ¿cuánto duraría ese niño?, su suerte sería la muerte porque no recibiría la vida. Cuando nosotros nos separamos de Dios, cuando queremos ir por nuestra cuenta y ya no contamos con Él, es como si cortáramos ese cordón umbilical del niño en el seno de la madre.
Sin Dios no tenemos vida, no tenemos la luz. ¿Para qué hemos encendido la primera vela del adviento? Esperando la luz, Jesús es la luz, la Palabra de Dios es luz, y nos va ir iluminando poco a poco hasta que se vea la luz plena en la navidad que es el nacimiento de Jesús. ¿Qué hace Dios ante esta realidad? Decide hacerse hombre para salvar al mundo de sus pecados.

Hay una anécdota de San Jerónimo, una navidad él estaba frente al belén, veía a Jesús durmiendo entre las pajas y le decía “Jesús, cómo me gustaría tener voz de ángel para cantarte villancicos esta noche”, y sentía que Jesús le respondía que no quería eso, luego le decía “cómo me gustaría tener dinero para comprar ropa, zapatos, juguetes, a muchos niños pobres en el mundo”, y sentía que Jesús le decía que tampoco quería eso, “Señor ¿qué quieres entonces?, yo te quiero hacer feliz esta noche buena. Y Jesús le decía “Jerónimo, dame tus pecados”.
Cuánto vacío en el corazón, cuánto dolor en familias divididas, cuánta impotencia ante el carácter del otro, ante la falta de perdón del otro, cuánto anhelamos un mundo de hermanos,… entrégale a Jesús tus pecados, dáselos porque Él ha venido para salvarte de ellos. La vela morada es conversión, penitencia, dejar que Dios perdone todos nuestros pecados y nos deje como recién nacidos, cuando uno se confiesa uno se siente como una pluma, reconcíliate con él.

Qué bonito poder descubrir cómo se hizo hombre Jesús, qué hizo Dios para hacer esta locura. Isaías dice “el Señor mismo ha dado una señal: he aquí que una doncella está encinta y dará a luz un hijo” (Is 7,14). ¿Cómo es que una doncella, una virgen, da a luz un hijo? Mateo lo ratifica, cuando Dios le habla a José “José, María va a dar a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados, así se cumplirá el oráculo del Señor por el profeta que dice: vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros” (Mt 1,21-23). ¿De qué está hablando Isaías y el evangelio de Mateo? Isaías anuncia lo que Dios va a hacer “una virgen va dar a luz”, Mateo ya lo dice “es María”, y le va poner por nombre Emmanuel que significa “Dios con nosotros”. A través de María, Dios vino al mundo y se hizo Dios con nosotros. ¿Qué significa “Dios con nosotros”? Cuando estás en un problema o una dificultad y alguien te dice “yo estoy contigo”, ¿qué sientes?, seguridad, compañía, apoyo, que no estás solo. Dios dice “se llamará Emmanuel” que significa “Dios contigo”, el que todo lo puede, para quien nada hay imposible, “Dios contigo”, esto es la realidad.

En Lucas 1,26-32a.34-38 Dios le habla a María para q Jesús se haga hombre, le dice “alégrate, llena de gracia”, la primera palabra de Dios es alegría, el Señor te está hablando, “no temas, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande”, y ella le dice “¿cómo puede ser eso, si yo soy virgen?” y el ángel le contesta “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios”, y María le dice “hágase en mí según tu palabra”, y Dios se hizo carne en el seno de la virgen. María está iniciando en ese “hágase” una nueva era para toda la humanidad, la era del espíritu, la era de la gracia de Dios, la era de la salvación de Dios que viene a nosotros a través del es santo, es la acción de Dios en cada uno de nosotros, es la acción de su amor, de su bondad, de su cercanía, Yo estoy contigo, no estoy lejos, el cielo se ha hecho cercano, ha venido al mundo a caminar con nosotros, Dios ha bajado su cielo a la  tierra. A través de María nos está diciendo cómo: es con su espíritu, es con su gracia, con su fuerza, con su palabra. ¿Cómo nacerá en nosotros Jesús, cómo nacerá una nueva humanidad? Por eso predicamos, por eso somos misioneros, ¿Cuántos de nuestros hermanos conocen qué es el adviento y qué es la navidad? Cuánto ¡necesitamos meternos mas en este amor!

Que esto que vamos escuchando se lo podamos comunicar a otros, ¡hermano, despierta!, es lo que dice el evangelio de este domingo “estén despiertos y vigilantes”, estén despiertos en la fe, en lo que Dios está haciendo y quiere hacer en cada uno. Que la virgen, la mujer del adviento, nos haga comprender este misterio tan grande, ese vino nuevo que es la palabra de Dios y que a través de María lo podamos ir saboreando. Que sea un adviento muy misionero, cuántos mas hermanos disfrutemos de una fiesta mas disfrutaremos entre todos, mas gozo.

Hna Elizabeth Cardenas. Ms VD


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