“Estén siempre alegres: El Señor está cerca”


Juan (1,6-8.19-28): Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. 
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”. 
Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?”. Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.
Palabra del Señor

En esta tercera semana de Adviento la Iglesia, quiere despertar en todos nosotros sus hijos e hijas sentimientos de profunda alegría: «¡Estén siempre alegres!”  (1Tes 5,16; Flp 4,4).
Y la causa de esta alegría es la conciencia de que «el Señor está cerca» (Flp 4,5). Sí, la razón de la alegría que debe inundar hoy y cada día nuestros corazones  es la certeza de que “el Señor está cerca”, muchos quisiéramos ya verle, ver que se manifieste el Señor de una vez  sobre todo en los momentos de crisis, de incertidumbre  que estamos viviendo, todos anhelamos estabilidad, paz, sentir alegría, y a veces parece tan difícil.  

Algunos tal vez podríamos decir, yo francamente  no tengo motivos para estar alegre al contrario; como alguien con quien conversaba ayer, “y me decía lo que yo siento más bien es tristeza”.
Y  fue muy bonito poder hablarle de que existe una clase de alegría que muchos no conocemos, y es la alegría espiritual, la alegría cristiana, la alegría interior de sentir al Señor cercano, tan cerca que en Él nos movemos, existimos y en El somos. (Hechos 17,28)

Nuestra alegria no es la alegria del mundo, la alegria que viene de que todo sale bien, de que  resulten las cosas como las esperamos, pero como no siempre sucede así, nos volvemos a sentir mal, tristes, vacios, añorando los momentos alegres, mirando fotos, videos de tiempos mejores.

 La alegria en el Señor es un eterno presente porque nuestra alegria es Él, Jesús  que siempre está cerca de nosotros que nunca se separa de nosotros. “Estén alegres en el Señor” (Filip 4,4), muchas veces encontramos esta invitación que nos dice lo que significa la verdadera alegria.
San Juan bautista descubrió esta clase de  alegría que viene de Dios cuando descubrió su identidad, cuando le preguntaron  los enviados de los Sacerdotes y Levitas ¿tú quien eres?, él dijo primero “Yo no soy el Mesías”… ¿pero entonces porque bautizas?...es decir ¿por qué haces lo que haces?

Esta pregunta también la podríamos trasladar a nuestra vida personal para dar con la verdad de nuestra vida, para poder sentir la alegría que el Señor espera de nosotros en este tiempo de Adviento, en que esperamos su venida,  ¿tú quien eres? ¿Qué dices de ti? a mí también me ayudó mucho orar esta cita, para descubrir que yo era hija de Dios, eso  fue fundamental en mi vida, descubrir mi verdadera identidad, que por la venida de Jesús al mundo, había podido reconciliarme con el Padre, y mucho mas descubrir como Juan que mi venida al mundo, “eran para él, para que se diera a conocer a Israel” vs 31, para darle a conocer a través de mi testimonio de vida.

Así  pues como Juan   descubrió que su razón de existir, era anunciar la llegada de Jesús, y eso le hacía   levantarse todos los días e ir al rio Jordán a invitar a la conversión, y bautizar con agua. A mi también me hizo levantarme todos los días para ir al Rio de la Palabra de Dios, a orar, para que el Señor me convierta  y poder salir después a vivir su Palabra y dar testimonio de que Él es la Luz y la Fuente de toda alegria verdadera.
Decirle a muchos hermanos que como yo no conocíamos verdaderamente a Jesús  “en medio de vosotros hay uno que no conocéis”…”lo que ustedes adoran sin conocer, es lo que yo vengo a anunciarles”. Hechos 17,23

En este tiempo de Adviento ojalá que podamos tener un encuentro real con Jesús que le acojamos en nuestro corazón, en esta navidad y pedirle que se quede, que nos enamore, que ese Niño pequeñito nos  conquiste el corazón con su ternura, y por nuestra parte no dejarle ir, orar cada día para que crezca y permanezca dentro de nosotros para siempre para que nuestra alegria sea completa. Jn 15,11
Hoy día muchos discípulos de la comunidad de Lima y Comas, junto  con las misioneras que han organizado la Misión de Navidad, estarán saliendo a anunciar la Buena Nueva de la llegada del Señor por  las calles de Ventanilla, irán como Juan el bautista, a proclamar que el Señor esta cerca y quiere nacer en su corazón, quedarse en “su casa”,

Que nuestra Madre Santísima les acompañe, y  nos enseñe a todos nosotros a experimentar la alegría y  el gozo de tener a Jesús en nuestro corazón, y llevarlo a nuestros hermanos tal como lo hizo Ella proclamando las hazañas del Señor.

Termino con las palabras de Pablo (Tesalonicenses 1 5,16-24). “Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno. 




 






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