Escuela de la Palabra: María en el Verbum Dei
¡Bienvenidos! Les felicito porque han vencido la pereza, la comodidad y tantas tentaciones que se nos presentan para no venir a la escuela de la Palabra.
El hecho de haber venido a escuchar su Palabra, para Dios significa mucho. “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcan su corazón”. Ojalá escucharas hoy mi voz, porque en un momento humillaría a todos tus enemigos. Porque la voz del Sr. Es potente, su voz es magnífica… (Salmo 29 3-11)
La Escuela de la Palabra, por eso, es darle la posibilidad a Dios de que hable, de escuchar su voz, es darle un día de la semana y de ese día dos horas para escucharle solo a él. Lo intentamos de hacer de una forma sencilla, a través de una pequeña hoja, y también de personas que después de haber orado, escuchado a Dios, nos comparten lo que Dios les ha dicho.
La Escuela de la Palabra es para que Dios hable y nuestra actitud tiene que ser de escucha. Habla Señor que tu siervo escucha, di una sola Palabra y mi alma vivirá, háblame Señor que tus Palabras son potentes, más que el oleaje del mar, más potente que un huracán. Habla Señor que tu Palabra es luz que me ayuda a salir de mis sombras.
Tu Palabra es salud, fuerza, energía para mi vida. Háblame Señor que tu Palabra le da tanta alegría a mi vida como si abundara en vino y en mosto.
Todas estas semanas hemos estado viendo el Cuerpo Místico como fuente de Comunión, fuente a donde tenemos que ir a beber y ser generadores de comunión. ¡Cuánta riqueza para realmente quedar emborrachados de la gracia de Dios! Y por si fuera poco, tenemos aún otra, es MARIA.. María no es diosa, no es la salvadora o redentora. Es Co-salvadora junto a… y co-redentora con Jesús.
Por eso ¡Qué grato es encontrarnos como Familia Misionera Verbum Dei envueltos de Amor! ¡Rodeados de Amor! No nos falta nada, porque tenemos las fuentes de espiritualidad que Dios nos ha dado dignas de celebrar en este AÑO JUBILAR.
¿Quién es María para ser fuente a la altura de la Trinidad, de Jesús Eucaristía y Cuerpo Místico? El Vaticano nos dice: María es Medianera de todas las gracias; medio, puente, intercesora, auxilio. Medianera porque por medio de ella nos llega la gracia plena, ella está junto a Jesús, al Espíritu y el Padre, repartiendo como toda buena madre a todos su ración.
Ejemplo: la mamá que hace milagros con un trozo de pastel con tal que todos lo prueben. La mamá que dice: donde comen 10 comen 20, porque se comparte. La mamá que nos quiere ver unidos.
MARIA EN EL VERBUM DEI: MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS
Les invito a iniciar la Escuela de la Palabra con la poesía de Jaime Bonet B. (Nuestro fundador). “Mamá querida, mi Mamá buena, por tu mirada dulce, serena, con que me miras y me regalas tu gracia plena. Gracias, fiel compañera que me acompañas en mí toda mi vida. Siempre tan cercana, cada jornada mi vida gestas en tus entrañas. En mis caídas tu me levantas, mi mano aprietas, fuerte me abrazas y me besas. Vuelves mi alma sensible, tierna, y es más cercana y más materna como es tu gracia, que en ti mana y me renuevas… Gracias Mamá querida, Gracias mi Mamá buena.  Mamá tan rica no se la encuentra. ¡Sólo María!”
Pues la espiritualidad Verbum Dei, se comunica también a través de nuestro Fundador, la relación cercana que él tiene con María, como Mamá buena, Mamá querida. Dejar que vaya despertando nuestra fe a esta realidad de tener a María como Madre. ¿A poco no necesitas vivir y convivir con una Mamá buena, una Mamá querida? Pues dime con quién andas cada día y te diré quién eres, cómo vives.
Dice la Palabra de Dios: “hay del que anda solo, porque si se cae ¿Quién lo levantará?”. Si tienes una Mamá buena en tus caídas cuentas con su mano suave y firme a la vez que te levanta y te pone nuevamente en el camino. Dice Jaime Bonet B. En mis caídas tu me levantas, mi mano aprietas, fuerte me abrazas y me besas. Vuelves mi alma sensible, tierna, y es más cercana y más materna como es tu gracia, que en ti mana y me renuevas…
Nos haces consiente Madre, que nos vivimos mucho tiempo solos, huérfanos, como si no tuviéramos Mamá. Es una terrible orfandad: bastaría con que miráramos un día, ¿Cómo vivimos nuestra jornada llena de dificultades que tropezamos a diario? ¿Las vicisitudes de que conlleva la propia vida humana - espiritual? Nos daríamos cuenta que añoramos tu maternidad, porque nos hace mucho bien, su abrazo, su mirada, su compañía, su afecto materno.
Tú Madre, no te escandalizas de nuestras debilidades y flaquezas, sino que simplemente eres MADRE. Tú te a vecinas para prestarnos instintivamente tu sí de Madre, para darnos lo que necesitamos.
Qué bueno si hoy le podemos decir a María: ¡Te necesitamos Madre! Este día no te canses de asombrarte, no pases de largo ante la contemplación de la Palabra de Dios, porque es la realidad, María está ¿Te has dado cuenta? ¡No temas!, ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más te puede faltar?
Para ser generadores de comunión, requiere perseverar en la oración, realmente necesitamos de ti Madre, porque estamos: “Deficientes de luz, de fuerza, de amor... el Yo, el egoísmo, el orgullo, la ignorancia y miseria de nuestro propio corazón, interfieren, neutralizan, desmoronan y arruinan el proceso del Espíritu en nuestra divinización. María nos incluye de nuevo en su entrega al Padre” (Jaime Bonet. Estatutos VD. 237).
EFMVD 230. María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, de Cristo cabeza y de cada uno de los miembros de su Cuerpo, es nuestra verdadera Madre. Por ser Madre suya la quiso Dios llena de gracia, con la insondable riqueza divina que conlleva la plenitud del amor-vida de Dios en Ella. Por ser Madre nues­tra, de todos los hombres, Dios la ha constituido medianera de todas las gracias y dones suyos, en bien de todos y cada uno de sus hijos.
EFMVD 231. Por María ha querido Dios revelar su rostro materno a todos los hombres de la manera más cercana y familiar, más eficaz y delicada y aplicar, por María, la esencia pura y delicadeza entrañable de su infinito amor para con todos sus hijos sin excepción.
EFMVD 232. Las dificultades con que tropieza el hombre para nacer de nuevo a la vida divina, para iniciarse en su identidad cristiana sin malograr su gestación, desarrollo y crecimiento debido, hasta la madurez y plenitud de Cristo, reclaman necesariamente el cuidado de la Mamá[1].
EFMVD 233. María es la persona elegida por Dios y así presentada y entregada por Jesús para ser nuestra verdadera Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre"[2]. María es la herencia querida de Jesús que nos da en sucesión y cuyo recuerdo vivo nos transmite diariamente en la Eucaristía[3].
EFMVD 234. Para compartir abundantemente y cuidar la vida divina, que es amor, Jesús llama en su seguimiento a personas dis­puestas a vivir sólo del amor de Dios en plenitud. María, toda y sólo amor, engendra, forma, educa y acompaña por los mismos pasos de Jesús a los dispuestos a seguirle hasta las mayores pruebas y extremos de amor.
EFMVD 235. El cambio sustancial en la vida del hombre, de volver a nacer, de morir para resucitar, pasar del egoísmo al amor, del odio e individualismo a la comunidad y fraternidad, del yo a Cristo, le resulta imposible al hombre por sí mismo. Sólo Dios, para el que nada hay imposible, nos lo enseña y comparte, delicada y pacientemente, por medio de María.
¿Cómo lo haces Madre? ¿Cómo eres Madre nuestra? Dándote luz, fortaleciendo tu fe, pues yo soy tu Madre y te llevo a  la apertura a Dios, en la escucha de su Palabra, dándote las mismas Palabras que el ángel me comunicó, con las que se acercó a mi vida: Pero el ángel le dijo: “Alégrate llena de gracia, porque el Señor está contigo” (Lc 1,26-28). Ciertamente necesitan abrirse a Dios, a su Palabra a su Gracia, no porque no tengan gracia, están llenos de gracia como yo, pero necesitan abrirse. La apertura es importante porque la deficiencia de luz, fruto del pecado, deja resabios amargos y estos se concretan en LA CERRAZÓN.
¡Mira! En una discusión o en una diferencia de opiniones en cualquiera de las relaciones que viven, en una familia, en un trabajo, se cierran las posibilidades de avanzar cuando se produce lo contrario de la apertura: ¡La cerrazón!.  Muchas veces no avanzan en sus relaciones con los demás precisamente porque algún aspecto de su interior está cerrado, y no permite ya la comunicación, el flujo de ideas, de opiniones, a veces ni siquiera que se hable, o que nos hablen, ni siquiera escuchar lo que el otro dice.  

La apertura pasa por un proceso que conlleva los siguientes elementos: entradas, el procesar los acontecimientos, reacciones o bloqueos y salidas.  

María, nuestra Madre nos enseña ese proceso de apertura, que para nosotros es imposible, sin embargo tan vital para ser generadores de comunión. Ella sabe que lo que más nos daña es permanecer mucho tiempo encerrados en nosotros mismos, nuestras ideas o criterios, haciendo que nuestras relaciones  estén viciadas, porque ya no entra ni sale nada por falta de asimilar, procesar los bloqueos. 

El punto de partida es dar darse cuenta de manera personal, ella ante nuestra deficiencia de luz se avecina para que le preguntemos y tengamos este diálogo que nos hace tratarle como madre. Pregúntale, Madre: ¿A qué estoy cerrado o bloqueado? ¿Qué impide que haya entradas al interior de cada uno? Porque de eso dependerá el procesamiento, es decir, el cómo trabajar esos bloqueos para que salga un fruto generador de comunión a través de nuestras relaciones con los demás.
Primero María nos da las Palabras de Dios oportunas, con gestos oportunos que nos disponen para dejar que Dios todo poderoso actué en nosotros con todo su poder. “Alégrate llena de gracia el Señor está Contigo”. ¡Alégrate! Cuando estamos bloqueados a algo, a alguien, la alegría no abunda, nada nos sonríe, ni nos saca la sonrisa, si no que más bien estamos tristes, salen pestes de nosotros y contagiamos lo que abunda en nuestro corazón.
Tú Madre, nos das la misma alegría que viene del Espíritu Santo, porque lo primero que quieres es que nosotros tus hijos, vivamos tu misma alegría que viene de reconocer con los ojos de la fe que el Señor está contigo, abrirnos a la presencia de Dios en nosotros.
El Señor está contigo: Hija, asómbrate de encontrarte a Dios en tu vida, en TU VIDA, no en la del vecino, u otra persona, es en la tuya. Si está contigo, quiere tu vida y la quiere solidarizándose con tus caídas, tropiezos y retrocesos. Lo más importante es dejar a Dios ser Dios y que actúe con poder, con toda su fuerza, pues aquí radica mi alegría y tu alegría; porque la alegría es entusiasmo: Si tú tienes entusiasmo, puedes hacerlo todo, todo lo puedes en aquél que te conforta, pues el entusiasmo es confortamiento interior.
Madre tu dinos ¿Qué es el entusiasmo? El entusiasmo es la levadura que hace crecer nuestras esperanzas hasta alcanzar  lo que es imposible para ti. Es el brillo de nuestros ojos, la vivacidad de nuestro andar, la fuerza en nuestras manos, el ímpetu irresistible de nuestra voluntad y de nuestra energía, ellos tienen tenacidad.
El entusiasmo es la base para ser generadores de comunión. Los entusiastas son los triunfadores, porque reside la fortaleza,  y la tenacidad para luchar, puedes crear y generar. Sin el entusiasmo todo es queja y excusas. Todo esto lo experimenté en mi vida, porque mi entusiasmo es Dios llenando mi vida de su gracia, de sus posibilidades; y tú tienes este mismo Dios en ti.

Este mismo entusiasmo por ser Madre te lo comunico, es tu derecho, es para mis hijos, no es para yo estar bien, y te lo participo haciéndote consciente de que Dios te ha favorecido con su presencia.
Las mismas palabras que a mí me hicieron ser Madre: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.»
Si te abres al favor de Dios en tu vida, serán como esos recursos interiores con los que cuentas para que tengas unas expresiones favorables, generadoras de comunión, tendrás nuevas relaciones, un nuevo amor. 

Yo también le pregunté al Ángel  «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Tú también te preguntarás ¿Cómo será esto? Abrirse, a veces supone soltar lo que llevas dentro, soltarte a ti mismo, para abandonarte al cómo de Dios.

Es dar el paso al Cómo de Dios y sobre todo a Dios mismo en ti queriendo ser generador de comunión, queriendo hacer de tu vida parte de la solución a los problemas que te tocan la vida y parte del problema. Ser parte de la solución con entusiasmo. 

Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra… Dios te quiere hacer una persona espiritual, llena de espíritu, llena de su Amor derramado en tu corazón, llena de sabiduría, ciencia, consejo, piedad, temor de Dios, alegría, gozo, todos sus dones y frutos.  

Porque para Dios nada es imposible. Mira mi vida, ¿Cuántos imposibles encuentras? Pues mi vida, es tu vida, pues una madre busca que su hijo viva con ella, sea llena de gracia. Que la alegría que hoy me puedas dar es decir: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Pues decir, necesito de una Madre, es no quedarse huérfanos, sino llegar a encontrarla, vivir y convivir con ella, donde esas palabras que me fueron configurando con Madre de Dios y de todos los hombres te vayan forjando en ti ese mismo amor.




    [1] Cf. L.G. 63.
    [2] Jn 19,26-27.
    [3] Cf. L.G. 50.

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