ORANDO CON EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO

Buenas noches hermanos, como ya hemos dicho, comenzamos un ciclo nuevo en la Escuela de la Palabra. Nos adentramos en la Escritura, en el Evangelio según San Marcos, iremos conociéndolo capítulo a capítulo dejando que la lectura y oración del Evangelio nos ilumine y enriquezca.
Evangelio viene del griego euangelion que quiere decir “buena noticia” y así quiere ser para los que lo reciben, una “buena noticia”, una nueva luz, un nuevo camino que cambie radicalmente nuestras vidas en positivo y nos haga felices y profundamente misioneros. El evangelio es el anuncio de la vida, palabras, hechos y destino de Jesús que pretende transmitir la fe y con ello la vida eterna. Por eso vamos a adentrarnos en el evangelio de San Marcos con una actitud creyente y de acogida.
Este evangelio es el más antiguo de los cuatro evangelios. Fue escrito hacia el año 70 d. C. dirigido a una comunidad de cristianos de origen pagano (no judío) que viven en Roma.

Cuando leemos este evangelio nos encontramos con un objetivo claro: REVELAR LA IDENTIDAD DE JESÚS COMO HIJO DE DIOS, EL MESÍAS. Esto lo podemos ver en Mc 1,1: Comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Presenta la vida y obra de Jesús, este hombre que despertó tantas interrogantes y cuestionamientos entre las personas de su tiempo, y quiere revelar, poco a poco, que este hombre ES EL HIJO DE DIOS, ES EL MESÍAS. Encontramos en el evangelio el hilo conductor (el hilo que conduce la lectura) de la IDENTIDAD DE JESUS, EL HIJO DE DIOS. Por eso encontraremos a lo largo del evangelio una pregunta o interpelación constante que quiere despertar en los lectores: ¿QUIÉN ES JESÚS? (Ej. Mc 1,27; 4,41; 8,29; etc.), e irá respondiendo poco a poco, revelando el misterio de la persona de Jesús. Además veremos, como ante la persona de Jesús, ante su vida y su destino, solo hay dos opciones: o se cree en Él y se le confiesa como el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador (Mc 1,12; 8,29; etc.) o se le rechaza y condena como blasfemo y perturbador del pueblo (Mc 2,7; 3,6; etc.).

Por otro lado, encontramos otro tema fundamental en el evangelio, muy ligado al tema de la identidad: EL DISCIPULADO. El autor pretende dejar claro a los oyentes ¿QUIÉN ES EL DISCÍPULO? El que escucha al maestro y aprende a seguir sus huellas hasta la cruz. Solo el que opte por Jesús, por seguir sus caminos de redención y comulgue con Él es el verdadero DISCÍPULO y el que DESCUBRIRÁ DE VERDAD LA IDENTIDAD DE JESÚS, EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS.

EN DEFINITIVA, EL EVANGELIO NOS PRESENTA A JESÚS COMO MESÍAS, HIJO DE DIOS Y NOS LLAMA A TOMAR UNA OPCIÓN POR SER SUS VERDADEROS DISCÍPULOS.

CAPITULO 1 Y 2
Este martes nos detenemos un poco en los capítulos 1 y 2 del evangelio. Es el inicio del anuncio, y antes de presentar a la persona de Jesús nos da un prólogo o hechos preparatorios para anunciar a Jesús (Mc 1,2-13). Nos habla de la predicación de Juan Bautista que antecede a la llegada de Jesús, así presenta a Jesús como el Mesías anunciado por los profetas, Mc 1,7-8: “detrás de mí vienen el que es mas fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.”
Jesús se nos revela en estos capítulos acercándose y llamando, ya desde el principio, a sus primeros discípulos, los que responden siguiéndole. Suscitando la admiración de muchos y el rechazo de algunas autoridades judías.
Haciendo una lectura de estos capítulos nos detenemos en algunos pasajes importantes.

El primero que me llama la atención es el de Mc 1,14-15 donde se nos presenta la predicación de Jesús. Dice la Palabra: Después que Juan fue arrestado marchó Jesús a Galilea, proclamando la buena noticia de Dios. Decía: se ha cumplido el plazo y está llegando el reino de Dios. Conviértanse y crean en el evangelio. Vemos a Jesús dando un anuncio cargado de alegría, es anuncio que viene a darnos buenas noticias. Dice se ha cumplido el plazo, Jesús se nos presenta a quien esperábamos: se ha cumplido el tiempo de espera, por eso llena de alegría. Yo cuando meditaba esta Palabra pensaba: ¿Qué es lo que esperábamos? Todos esperamos algo… esperamos la felicidad, la libertad, el amor, la justicia, la paz… pues igual que en el tiempo de Jesús ellos también esperaban la paz, etc. al Mesías… Jesús nos dice “se ha cumplido”, ya no hay que esperar más: está aquí, es JESÚS a quien esperamos. Jesús es nuestra paz, nuestra justicia, nuestro amor, nuestra libertad. Jesús se presenta ante los ojos de los expectantes de ese tiempo y los expectantes de este tiempo, de los que ansiaban y solo espera ser acogido.

Dice “está llegando el reino de Dios”, esto es el amor, la paz, la fraternidad, el perdón. Está llegando el reino de Dios en la persona de Jesús, se ofrece a todos, se ofrece como un mensaje gratuito para ser acogido. Por eso añade: conviértanse y crean en el evangelio. Esto es lo que hace falta para acogerle, una actitud de conversión. Conviértete, esto es cambiar desde dentro. Deja que el evangelio convierta, toque tu corazón, lo transforme… eso es lo que quiere hacer el evangelio al llegar a cada uno… transformar el corazón pero para eso necesita ser escuchado, acogido, aceptado en la mente y corazón. Jesús dice “conviértanse y crean”. Porque el fruto de la escucha y conversión del corazón es la fe, la confianza en Dios es una conquista de la Palabra, del evangelio acogido. Jesús nos pide entonces apertura a su persona, a su amor, a sus palabras de Amor. Jesús nos dice: deja que Yo toque tu corazón con mis palabras, con mis sueños, con lo que soy. Jesús siempre es nuevo y requiere siempre de una actitud abierta y creyente.

Yo le pedía a Jesús esta experiencia constante de acogida y apertura a él. No es tan sencillo. Hace poco veía el discurso de una persona no creyente, su postura y cerrazón ante el mensaje de Dios y pensaba cómo Dios no violenta la libertad, Dios espera y se ofrece pero espera la acogida o rechazo, todo depende de la libertad de la persona. Dios toca la puerta pero no la echa abajo. Me sorprendía que humildad la de Jesús.

Así lo veía en el evangelio sabiendo que lo que nos ofrece es una buena noticia, que será buenísima noticia si lo acogemos, si le dejamos que toque nuestro corazón, nuestras dudas, nuestras penas… todas nuestras malas noticias. El evangelio viene hoy, como vino en su tiempo al pueblo de Israel, a nuestras desesperanzas o límites e incredulidades y espera la acogida. Por eso, qué bueno poder escucharle y abrirle el corazón expresándole lo que llevamos dentro con sencillez.

Como veíamos en la oración de Jaime la semana pasada, una oración sencilla, cercana y directa a Jesús, expresándole a Jesús lo que llevaba en el corazón y acogiéndolo. Yo le decía a Jesús mis límites y tristezas: Esto es lo que me pasa, esto es lo que no creo, esto es lo que me resulta difícil creer… entonces te encuentras con Él, con su amor, me encontraba con su amor sencillamente con su Palabra que toca el corazón y convierte tu actitud.

Ojalá que escuchemos de Jesús Yo soy tu buena noticia, acógeme, conviértete a mí, créeme.
Pero la fe viene de conocerle, de tratarle. Por eso el segundo pasaje que me llamaba la atención y que encuentro que nos puede iluminar es el de Mc 1,16-20 Aquí vemos como Jesús elige y llama a sus discípulos. Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: Vengan detrás de mí y yo los haré pescadores de hombres. Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. Jesús los llamo también: y ellos, dejando a si padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.

Jesús se acerca y los llama. Lo primero que llama la atención es que es Jesús quien toma la iniciativa, él es quien elige a los que serán sus discípulos. Y lo segundo es a quienes elige.
Jesús en su infinito amor elige, y elige por iniciativa suya, muy diferente a los maestros de ese tiempo que no elegían a los discípulos sino que eran estos los que lo elegían. Desde ya este maestro es diferente a los demás. Le mueve un interés, tiene una razón… tiene un deseo, deseo de acercarse a los hombres y contar con ellos en su plan de salvación. Dios es un Dios cercano, amigo.

¿Y a quienes llama? Llama a hombres comunes y corrientes. No llama a hombres superdotados, bien instruidos o sobresalientes, sino que llama a personas comunes y corrientes, pescadores, hombres sencillos, hombres de a pie con oficios cotidianos. A esos elige, con ellos cuenta. No tienen nada especial que los haga superiores a los demás. ¿Por qué? Yo creo que fue para decirnos que Dios llama no por los talentos o estudios, estado social, etc., sino que Dios llama por amor, elige por amor, entonces llama a todos, nadie se puede sentir excluido. Dios también nos llama a nosotros y lo hace con amor y por amor y porque cuenta con nosotros para su misión.

Dice Jesús “vengan detrás de mí y los haré pescadores de hombres”. Síganme. Esto es ser discípulo: ir detrás de Él. Para seguir a alguien hay que seguir sus huellas, hay que ir por sus caminos, hay que estar muy junto a él. Este es el proyecto de vida que nos plantea, nuestro programa de vida: sígueme. Aprende de mí, tu vida es venir detrás de mí… esto es para toda la Iglesia, para casado, soltero, consagrado… “sígueme”. Esta es la identidad del discípulo: ir detrás del maestro, no delante sino detrás y muy junto a Él, con la confianza que da su elección.

Y te haré pescador de hombres. A los que eran pescadores de peces les proyecta a ser pescadores de hombres. Qué grande porque les lanza a altas metas. Les comparte su misma misión. Lo mismo hace con nosotros… a nosotros nos da su misma misión. La llamada de Jesús tiene una gran proyección, Él sueña alto con nuestras vidas, Él sueña que le podamos colaborar con su misión, Él sueña con contar con nosotros en su misión de redención. Con la llamada nos da su misma misión y todo está en que lo creamos, en que lo acojamos desde donde estamos y lo que somos. Qué grande que Jesús haya contado para su misión con personas tan sencillas y la haya llevado a cabo. Hoy por hoy la misión del Señor no requiere de más sino de personas sencillas que quieran responder, creer y seguirle simplemente a Él. Hoy nos llama a nosotros desde nuestro ser ama de casa… si te lo crees te hará ama de una casa más grande, el mundo, tus hermanos que conoces en la parroquia, en el mercado, etc.; desde tu ser ingeniero te haría ingeniero de vidas si das la palabra, tu sencilla experiencia de Dios.

Cuando veía la respuesta inmediata y sencilla de los primeros discípulos me daba cuenta que solo hace falta encontrarnos con Él, con su Palabra y dar un paso de confianza, un pequeño paso de fe a la vez.

Me venía a la mente el testimonio de Adita de Comas. Una persona tan calladita en la escuela de Comas pero tan creyente, tan feliz escuchaba la Palabra, tan misionera. Después de su muerte salió a la luz todo un grupo de personas en la clínica donde la dializaban que pide la Palabra de Dios… pues Adita, que se dializaba allí también, les daba la Palabra de Dios tres veces a la semana. Antes de entrar a la diálisis que tardaban horas allí dentro les daba a la sala entera la Palabra de Dios, algo muy sencillo… la hojita y el mensaje que se le daba en la escuela. Ahora ellos piden la Palabra y ya es un pequeño apostolado en esa clínica abierto a ser asumido por la comunidad.

Una persona sencilla porque lo que hace falta es la fe, solo creer y dar un paso a la vez. Todos podemos realizar su misión, porque no requiere más que de nuestra fe en Él y responderle desde lo que entendemos. Jesús ha querido que participáramos de su misión, por amor y desde su poder, desde su amor.
Esto requiere pues forjar una amistad muy estrecha con Él, supone trabajar esa amistad muy cercana con Él. Ese es el secreto que nos revela su misma vida. En Mc 1,35 lo vemos como Jesús va muy de madrugada a orar, después de una larga jornada de sanaciones y predicación. Jesús va a un lugar solitario y se pone a orar. Los discípulos lo buscan y lo encuentran orando. Jesús es responde: vamos a otra parte para predicar porque para esto he sido enviado. Y se fue a predicar. ¿De dónde le sale ese fuego misionero?, ¿de dónde tiene Jesús esa fuerza y confianza en el Padre? De la oración a solas e íntima con Dios, del encuentro cercano con el Padre, de escuchar su voz, del calor de su amor que le impulsa a dar a conocer su evangelio. Esta lección que Jesús les da a sus discípulos con la propia vida nos la da también a nosotros. La fuente del fuego misionero es la oración, la relación con ellos.

De allí también viene la fuerza para afrontar las dificultades del camino, los rechazos ante su misión, que no faltan. Esa es la fuente del reino que ha venido a compartir. Lo vemos en la cita de la comida con los pecadores (Mc 2,13-17), Jesús trae un reino de amor, reúne en la mesa a los pecadores, con ellos comparte su pan y perdona, a ellos enseña a mirarse como hermanos, hijos del mismo Padre. Este es el reino que él lleva primero dentro y quiere que compartamos, que acojamos y transmitamos.
Jesús es pues buena noticia para nosotros y nuestro mundo tan necesitado de fraternidad. Es buena noticia para nuestro mundo dividido. Quiere que le demos acogida primero en el corazón, que nos acerquemos a Él, le conozcamos y dejemos que así con sus palabras, valores, actitudes, acciones, nos transforme, nos enamore de su reino de amor, nos haga creyentes suyos y fieles discípulos de su Palabra con sus mismos sentimientos, sueños y valores, con su mismo fuego misionero.

ESCUELA DE LA PALABRA
Jornada
Domingo 16 de julio

Ejercicios Espirituales
Del 28 al 30 de julio 9am-6pm en Barranco
Miércoles: Mt 10,1-7 Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca.
Jueves: Mt 10,7-15 Lo que han recibido gratis, denlo gratis.
Viernes: Mt 10,16-23 Los envío como ovejas en medio de lobos.
Sábado: Mt 10,24-33 No tengas miedo, el Padre está contigo.
Domingo: Mt 13,1-23 La semilla sembrada en tierra buena da mucho fruto.
Lunes: Mt 10,34--11,1 El que los recibe a ustedes, a Mí me recibe.
Martes: Mt 11,20-24 Arrepiéntete y conviértete de corazón.
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