ESCUELA DE LA PALABRA

Hoy estamos finalizando la verdad de tu Vida es para amar, ese deseo que Dios nos da, es una llamada a dar el AMOR recibido. Hay más alegría en dar que en recibir.
Como esos dos boxeadores, uno de ellos le da un puñete en el rostro al otro y éste le dice ¡Esto no se va a quedar así! Y el otro contesta ¡Claro que no! Se te va a hinchar.
Pero ¿qué me dice la fe? ¿Qué me dice la Palabra? ¿Cómo lo doy?
Saber amar es dar la vida de Dios. Amar es hacer el mejor bien al otro, es el mejor regalo si tienes fe, a ver cómo nos lo planteamos.
Cuando nos dicen que un ser querido tiene cáncer, cómo nos preocupamos, no nos quedamos indiferentes, ¿Cuál es tu reacción cuando te dicen que tu hermano no tiene fe? A veces nos acomodamos sin querer queriendo. Cómo expresar ese dar la vida? No es hacer mil cosas y terminar agotado, hay momentos que si hay que hacer pero eso no significa dar la vida de Dios.
Pero hay que enfocarlo desde dar la vida de Dios al otro. Renovar la conciencia del por qué y para qué doy la VIDA, eso me hace misionera.. Como dice un gran filósofo quien tiene un gran por qué, tiene un gran cómo, y debemos tener ese cómo doy la Vida que Dios me da.
Aquí tienen lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos y palpado con nuestras manos —me refiero a la Palabra que es vida.
Porque la vida se dio a conocer, hemos visto la Vida eterna, hablamos de ella y se la anunciamos, aquella que estaba con el Padre y que se nos dio a conocer.
La vida de Dios recibida, en la predicación, en la oración proclama esa vida que has experimentado,
En Nueva York, estábamos en un sótano, ahí estaba la capilla, y había una señora que decía: ¡Ese Cristo está vivo! Y está sudando y nosotros le decíamos ¿Claro, con todos nuestros sudores el Cristo, también suda por evaporación; pero la señora seguía ¡ese Cristo está vivo! Y una misionera le dijo ¡Claro, ese Cristo está vivo por eso le entregué mi vida!
A nosotros nos toca reavivar esa experiencia de la oración por que ello hablamos.
Esa es la invitación, hablar, anunciar y proyectando a los demás que somos personas de oración. Nos pide que desde donde estemos, demos la vida porque nuestros hermanos cada día están más lejos de la vida de Dios.
Pero ¿cómo invocarán al Señor sin haber creído en él? Y ¿cómo podrán creer si no han oído hablar de él? Y ¿cómo oirán si no hay quien lo proclame? 15 Y ¿cómo lo proclamarán si no son enviados? Como dice la Escritura: Qué bienvenidos los pies de los que traen buenas noticias.
Piensen en las personas que nos rodean, en casa, en el trabajo, en el ómnibus, en la universidad, ¿Cómo puedo dar lo que he recibido, con detalle!
En el ómnibus, un hombre comenzó a predicar y a mi me sorprendió que hasta el chofer apagó la radio, para escucharlo y se sentía el hambre que la gente tiene de la Palabra de Dios, ¡tienen una sed!
Busquemos cómo llevarle a otro la Palabra, para que le despierte la fe. Bienvenidos los pies de los que traen buenas noticias. Y esto me hacía pensar en ustedes que llevarán la buena nueva a nuestros hermanos.
Quedé con un chico de la UNI, ir a comprar y el punto de encuentro era el cruce con Caquetá en la estación del Metropolitano y mientras llegaban se me acerca el señor que orienta a los pasajeros y con una confianza me dice : Qué estaba cansado y encima la gente se molesta con él, como él tuviera la culpa, y a mí me llamó la atención su apertura para contarme sus cosas y yo me decía ¡Cuánta responsabilidad y ¿Yo, estoy a punto para darle la Palabra?
Más allá de todo eso, es responsabilidad frente a Dios, ante tantas personas, en la que estamos llamados a ser testigos.
Jesús entendió su llamado, y me llama a ser respuesta a través de la Palabra, predicación, oración, como esa roca recibe los rayos de luz, y en la oscuridad ilumina, a veces en nuestra oración, predicación o voy misa y parece que no recibo nada, pero en el momento oportuno en que lo necesito, me viene la gracia, como esa roca que ilumina en la oscuridad.
Reflexionaba ante tanta muerte, dolor, desolación, en la ciudad de Méjico, donde la mayoría de la gente es católica, y me pregunto ¿Qué testimonio damos como país?
En Estados Unidos hay también de todo, pero no se enfrentan estado contra estado como ocurre en Méjico. Y éstos se dicen ateos, y reflejan otra cosa ¿Qué testimonio damos ante el mundo?
La pobreza nos lleva a mucha cosas pero somos respuesta con nuestro testimonio? Nos topamos a veces con necesidades inmediatas de nuestros hermanos.
El me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos 19 y proclamar el año de gracia del Señor.
La Palabra nos hace testigos ante los más pobres, al ciego, a los oprimidos… ¿Qué respuesta doy?
Amar no es dar cosas es dar la Vida que recibo de Dios. Cuando yo empecé a ir a la Comunidad no la tenía fácil, además de vivir tan lejos, mis familiares no me apoyaban, cuando venía de unos retiros me buscaban líos y me decían ¡Cómo la monja se molesta! Nos contesta mal pero ellos me provocaba, hasta que un día me iba a un retiro y mi papá me dijo:¡Si te vas a ese retiro te vas para siempre! Y cogí mis cosas con la intención de quedarme con las misioneras. Pero la responsable me dijo, como no había terminado la secundaria, tenía que volver a mi casa y yo me decía: Prefiero quedarme a vivir bajo el puente pero no regreso a mi casa, pero la misionera me dijo: sé humilde, pide perdón y sentía que Dios me decía: cuando te provoquen la pelea, quédate callada y así fue, porque valoraba lo que había recibido: la gracia, la felicidad que nadie me daba y entendía que era un llamado de Dios a amar y a dar la Vida que Él me daba.
Nunca olvidaré el día que mi papá fue a una jornada de matrimonios, la charla de Dios Padre la dio un matrimonio y eso le impactó a mi papá, y en otra convivencia mi padre ante 200 personas me pedía perdón por no ser el padre que es Dios para con cada uno de nosotros.
Y me daba gracias por que le había dado la Vida y me decía que yo ahora era su madre.
En estos días mi papá me llamaba y me decía que su mamá estaba mal y yo le decía que le pongan la unción para los enfermos que es un aceite que se pone en las manos, en la cabeza y nos perdona los pecados y él me decía si es así que me unten todo el cuerpo.
Él va ganando experiencia de la vida de Dios para sus familiares, amigos,
Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.
Déjate cambiar por la Palabra no digas no sé, no puedo, no entiendo…
Por eso debes estar siempre alerta. Supera las dificultades, dedícate a tu trabajo de evangelizador, cumple bien tu ministerio.
Porque hay urgencia en el pueblo para que lo lleves a la convivencia, crean en la Palabra como la mujer samaritana.
Y muchos creerán a través de tu vida, palabra, gestos, y sobre todo enséñales a orar, quien enseña a orar a una persona se salva decía Santa Teresa.
Qué bonita misión por eso
Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, rebatiendo, reprendiendo o, siempre con paciencia y dejando una enseñanza. ¡Qué grande es el deseo de Dios, que la Palabra le llegue a nuestros hermanos, en el momento que vivimos, Soporta las dificultades como un buen soldado de Cristo Jesús. Grande es el llamado de Dios, que quiere que te desahogues con él pero a la vez pregúntale ¿qué mensaje tiene para mis hermanos?.
Sabe lo que cada uno necesita, sólo necesita un corazón dispuesto para dar vida a los demás.
Jaime, nuestro fundador, su llamado hace predicadores y estos predicadores hacen a la vez a otros que lleven la palabra es una cadena, que llega hasta nosotros.
Pidamos a María, que nos de la gracia que la vida de Dios fluya a los demás.

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