ESCUELA DE LA PALABRA

EPIFANÍA
Buenas noches ¡Qué bueno reunirnos para orar con la Palabra de Dios!, porque eso, es una Escuela, momentos de estar con Dios. La navidad y año nuevo, como que nos inquietan un poco, regalos, fiestas, cohetones etc.
Venimos a esta Escuela para aprender en la paz, en el sosiego, a dialogar con Dios sobre cómo hacer que nuestra vida sea guiada por la Estrella de la Palabra, y hacer lo que Él quiere, y hoy nos quiere enseñar a creerle más, a tenerle más confianza para crecer espiritualmente, con la fuerza de la Palabra y hacer de esta vida una nueva creación, en la que se renueve la faz de la tierra, tal como dice la oración del Espíritu Santo, cuenta una leyenda que después que los pastores y Reyes Magos se retiraron ya a sus casas, se presentó en la cueva una mujer llena de harapos, encorvada, y espantosa, esta mujer se acercó a Jesús y le dejó algo en su manito, y luego cuando se retiró, la Virgen la vio cambiada, más joven, derecha y sus vestidos transfigurados; y María miró qué había dejado en la mano de Jesús y era una manzana, dicen que esa mujer era Eva, que vino a dejarle su pecado a Jesús y por eso se renovó la faz de la tierra, los animales se aquietaron y se llenaron de paz todos los hombres de buena voluntad y eso es la navidad.
La Navidad es nuestra historia de un viaje de ida y vuelta y este viaje es una epifanía, una manifestación de Dios. La fuerza de la Palabra la sentimos cuando nos afecta y nos cambia la vida, cuando mi vida sea la constante pregunta ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido para ir a adorarlo?
Dice la Palabra que Jesús había nacido en Belén. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén, Preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.»
Mi vida, como la de todos ustedes, es una búsqueda y un viaje hacia Dios. Porque el hombre desde que nace tiene hambre de Dios, el buscar a Dios es un acto natural, y por eso nuestra vida no es más que eso: una búsqueda de Dios y no somos felices hasta que lo encontramos.
Y los Reyes para emprender ese viaje se despojaron de todo y viajaban sin maletas, sólo con lo que le iban a ofrecer a Jesús, , y con el corazón abierto a la novedad de la Palabra, que decía, que una estrella los guiaría a Belén de Judá, donde debían encontrar a Dios para adorarlo "Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo".
Adorar significa reconocerse criatura, y que Dios es mi Dios y mi Señor. Los Magos tuvieron que hacer un largo viaje, y se arriesgaron, porque ellos no tenían ni los profetas, ni las promesas, ni las tradiciones, ni la esperanza de un Mesías… se pusieron a viajar en busca de Dios, guiados por su ciencia, por su intuición, porque tenían fe en lo que habían oído en sus premoniciones, que el Salvador nacería en Belén y que una estrella los conduciría hacia allá, y no descansaron hasta encontrar al Rey.
Por eso la fe es el camino, y todo es don. De este modo la promesa de Abrahán queda asegurada para aquellos que por la fe son hijos suyos. Romanos 4,16
La fe es un estado de vida, creer a pesar de todas las circunstancias adversas, de las evidencias, por la fe caminamos a Dios todo el tiempo,
Herodes y toda Jerusalén se alborotaron y preguntaron a los sabios y Ellos le contestaron: «En Belén de Judá» Entonces Herodes llamó a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella.
Los Magos, unos extranjeros, vinieron a enseñar a los judíos, los herederos, que el Salvador ya había viajado hasta nosotros, ya era el Dios con nosotros. Es que Dios es para toda raza, lengua y nación.
Los judíos, los sacerdotes, los escribas, Herodes… siguieron estudiando las Escrituras, indagando, pero no se pusieron en camino. Nunca hicieron el viaje al lugar de la cita, a Belén, a la cita con Jesús. Los profesionales y los funcionarios de la religión no encontraron al Dios de la vida.
Su libro santo no les sirvió de nada. Porque Jesús no es un libro sino el Salvador, hay que viajar al lugar de la cita del amor y con el amor.
Después los envió a Belén y les dijo: «Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.»
Después, los Magos se pusieron en camino; y la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.
Y ellos siguieron buscando a pesar de las dificultades del camino, a pesar de que la estrella se esconda, a pesar de que Herodes les mentía, les quería traicionar,
Los Magos, estaban poniendo todos los medios para encontrar al Rey y todos necesitamos preguntar dónde está la estrella, dejarnos guiar, por la Palabra, un consejo, una palabra de ánimo, o a veces porque nos parece que los otros son más pobres, menos inteligentes que nosotros, porque dejamos de orar con la Palabra, o no nos dejamos enseñar por nadie.
A veces en nuestro afán de independencia, de resolver nuestros problemas a solas, no pedimos ayuda a los demás. Unas veces por no molestar y otras por miedo a parecer débiles o tontos nos privamos de la sabiduría de los hermanos, de la Comunidad, a través de las Escuelas, de la oración para encontrar al Rey de los Judíos y le adoremos.
En el viaje de la fe hay muchas personas que nos pueden ayudar si somos atrevidos y sabios para preguntar. Aceptémosla con humildad y sigamos nuestro viaje hasta el final.
Y yo le preguntaba a Jesús, ¿hay que ir todos por el mismo camino?
Y me decía todos estamos en diferentes etapas del viaje: los viejos buscadores y los novatos, los que dudan, los que pecan, los que tienen un problema como Herodes, los que saben todo como los escribas, los que caminan rápido y los que caminan lentamente, Jesús ha venido para todos
Lo importante es alcanzar la meta y contemplar el rostro del Mesías. Viajar con confianza en Dios, con esperanza, fiesta de la luz para todos.
Confía en el Señor con todo el corazón, y no te fíes de tu propia sabiduría. Proverbio 3,5
Hay que viajar, sin regresar a los Herodes que quieren matar el amor que llevamos todos dentro.
Qué diferencia con Herodes, que tenía mucho que perder, su poder, el reinado, sus comodidades, su tiempo de diversiones, de corrupción.
Dios nos invita con su Palabra a tener una visión nueva, una epifanía. De que nuestra fe es experiencia de confianza en Dios.
Me decía mi sobrino que él ya no esperaba regalos de los reyes. Yo le dije que la estrella que brilló y guió a los tres Reyes, hoy, brilla también para todos y que ese es el mejor regalo que nos da Dios. Dios habla de mil maneras, pero la mejor es la PALABRA DE DIOS, y en esta fiesta de la Epifanía Dios habló y guió a los tres Reyes mediante una estrella, igual es a nosotros si nos confiamos en Dios, porque nuestra vida es una vida llena de dudas, de peligros, de riesgos y que tenemos que enfrentar a muchos Herodes.
En nuestra vida diaria hay pequeñas o grandes epifanías, sino que no sabemos reconocerlas. Por ejemplo:
una intuición : una epifanía, manifestación de que Dios nos habla.
un grito de alegría: manifestación de nuestro estado de ánimo.
Cuando amamos, es manifestación de nuestra capacidad de darnos
el primer hijo: una epifanía, manifestación de la Vida
nuestros fracasos, manifestación de que somos débiles, criaturas.
Nos damos cuenta cuando nuestro ojos y corazón ven lo que otros no ven, sentir lo que nadie siente, descubrir lo secreto... epifanías muy humanas.
Como ese hombre que fue a pedirle que sane a su hijo, que estaba muriendo, él tuvo su epifanía, Dios se le manifestó porque creyó y confió en Jesús.
Jesús le contestó: «Puedes volver, tu hijo está vivo.» El hombre creyó y se puso en camino. Al llegar sus sirvientes venían a decirle que su hijo estaba sano. Juan 4,50.53
Es la confianza en la Palabra lo que salvó a su Hijo, escuchó a Jesús y se puso en camino y eso es epifanía: fiesta de los que creemos y confiamos en la Palabra de Dios.
De aquellos que seguimos creyendo a pesar de las dificultades del camino, a pesar de las evidencias, la fe es la manifestación de la gracia.
Como María, cuando Isabel le dijo: «Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!»Lucas 1,45
María es la pobre de Iahvé y en ella Dios manifestó la salvación y creyó que todas las promesas de Dios se cumplen, es en la humildad donde Dios se manifiesta, busquemos a un rey que se encuentra en un establo, un carpintero, una pobre mujer. Nada maravilloso. Todos los signos externos parecen contradecirles. Pero lo aceptan porque la estrella que han seguido, fija en el cielo, apunta al establo. Aceptan los signos de Dios.
Dios se manifiesta en los aspectos más cotidianos de la vida, en la casa, en el trabajo, en el juego.
A Dios no se le puede encontrar por poderes, con su sabiduría, ni su rabia, como lo quiso hacer Herodes.
El día de Reyes una señora suplicaba a su marido que la acompañara a la iglesia. Éste se negó. La idea de que Dios se hiciera hombre y que una estrella guiara a los tres Reyes hasta Belén le parecía tan absurda que se negaba a creer.
Desde su ventana veía la nieve caer copiosamente y pensaba en los pájaros que no encontraban las semillas que les había dejado para que se alimentaran. Se puso el abrigo y salió para abrir de par en par la puerta de la cochera y echar allí más semillas pero los pájaros no entraron. Dio todas las luces para que entraran, pero estaban demasiado asustados. Se van a morir de hambre pensaba. Estaban a unos metros de la comida y del agua y no la encontraban.
"Oh, si yo fuera un pájaro", pensó para sus adentros, "yo les enseñaría el camino y los llevaría hasta el agua y la comida".
En ese momento sonaron las campanas de la iglesia y cayó en la cuenta de que el hijo de Dios y su estrella se hicieron presentes para enseñarnos el camino que lleva a la vida eterna. Dios sólo podía enseñarnos el camino haciéndose como uno de nosotros.
A veces nos pasamos así en la Vida, buscando y nunca encontramos al Rey que nos ha nacido, por el trabajo, por las distancias, por la falta de tiempo, por la flojera, por la falta de perseverancia en el logro de los objetivos, buscamos hasta encontrarlo.
El secreto está en buscar la sabiduría, viajar con fe a un encuentro personal con Dios, pedir ayuda a lo largo del camino, aceptar lo que encontremos aún disfrazado de debilidad y saborear los frutos de nuestra búsqueda: Si lo hacemos como los Reyes Magos los frutos son: alegría del encuentro, paz de saber que ya nació nuestro Salvador y así como Él, nosotros decir: El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Y ya no seguir buscando otras estrellas, ni la nuestra , porque ha nacido el SOL Y CUANDO EL SOL NACE, las estrellas desaparecen., como dice el Himno de la liturgia de las Horas de esta fiesta:
Reyes que venís por ellas,
No busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
a estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Himno de la Liturgia de las horas

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