RESUMEN DE LA ESCUELA DE LA PALABRA

Este es mi Hijo, el Amado
Cuando me invitaron a dar la Escuela de la Palabra, me surgía la pregunta ¿Cómo te pagaré Señor, el bien que me has hecho? Diciéndole SI, cuando Él me llama. La Escuela de la Palabra es el encuentro con Dios, porque está cargada de Vida.
¿Cuál fue la primera Palabra que Dios me regaló? Fue la de Zaqueo: Julio baja que hoy quiero ir a tu casa. Ya han pasado ya diez años desde esa vez primera vez, y es bonito porque lo voy conociendo a Jesús cada vez más. La Palabra me ha ido ordenando, y conociendo en cada cita, Él me va ganando el corazón, aunque me descubro ciego, cojo, enfermo del corazón.
A veces pensamos que todo va bien, pero la Palabra nos hace ver cuando no amamos y por qué herimos a nuestros hermanos. Y Él me pregunta ¿Qué quiere que haga por ti? Que vea, que quede limpio, es la Palabra la que ensancha el corazón, a diferencia de otras palabras que escuchamos, en el trabajo, en la casa y no tienen tanto poder en nosotros, porque la Palabra de Dios tiene Vida y esa es la Palabra de Jesús.
Por eso, es recordar ¿Qué palabra me llenó la Vida? Porque esta palabra tiene autoridad, cargada de Amor.
Para que la Palabra tenga autoridad, es necesario tener algunas actitudes, sobre todo la de escucha,.
Esta semana de preparar la Escuela ha sido como un oasis, es el agua fresca donde recuperar las fuerzas, y calme nuestra sed, es el lugar donde venimos a beber del Amor, lleno de novedad.
Además necesitamos fe para descubrir que Jesús está en la Palabra y llega al corazón.
El tiempo que hemos estado viviendo es el tiempo de navidad que termina con el bautismo de Jesús, y empieza el tiempo ordinario, que es el tiempo de Jesús empieza su vida pública y lo hace con el bautismo.
¿Por qué Jesús se bautiza si está limpio de pecado? En aquel tiempo el bautismo era limpieza, perdón ¿Por qué el bautismo es necesario? Es el nacimiento de una nueva vida.
Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, que nació de mujer y fue sometido a la Ley, 5 con el fin de rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que así recibiéramos nuestros derechos como hijos. Jesús fue sometido a la ley como ser humano: nació pobre, experimentó el dolor, el miedo, la debilidad, la alegría como a nosotros, para rescatarnos, liberarnos y enseñarnos a ser hijos de Dios.
Jesús nos regala la vocación de ser Hijo de Dios, y disfrutemos de ello ¿Qué nos impide disfrutar de la vida de Dios? El pecado que nos quita la identidad de Hijos de Dios. Y nos impide escucharle.
Nosotros no escuchamos a Dios, sino miren los noticieros, llenos de noticias de muerte, violaciones, robos etc. ¿Qué pasa? El pecado nos hace sus esclavos.
Dios nos invita a reavivar nuestra identidad de ser hijos de Dios. Contrastando nuestra vida con la Vida de Jesús, y constatamos que el pecado nos hace esclavos, ¿Quién es esclavo? El que no es libre y no tiene ningún derecho. ¿Qué hace esclavo mi corazón? ¿Por qué siendo Hijo no me vivo como tal y vivo lejos del hogar?
Recuerdo a un amigo que trabaja en una mina y me decía que se hacía dinero fácilmente en medio de la corrupción, me contaba de sus éxitos, tenía tres carros y me invitaba a trabajar con él, y yo lo veía un hombre esclavo de su pecado.
El pecado mancha, negrea nuestra alma, así como el óxido mancha los metales preciosos.
Somos hijos de Dios porque Dios nos ha regalado el Espíritu Santo, que nos devuelve la identidad de Hijos de Dios.
El Espíritu Santo es la voz de Dios en nuestro corazón, para renovar el Espíritu Santo.
Una Palabra me dio la Vida y me curó. La Palabra de Dios es la semilla incorruptible que viene y nos hace permanecer en Dios, de ahí viene nuestra fortaleza y nos cura.
Jesús conociendo nuestra humanidad experimento nuestra condición humana y se preparó para vivir como nosotros.
En el bautizo dice el Padre: este es mi hijo muy amado y nos regala el ser hijos y le decía a Jesús ¿Por qué? Y Él me decía Para que descubras mi Vida y aprendas a amar hasta la cruz.
Mi amiga me contaba que su esposo le ha sido infiel, y se preguntaba ¿Qué había significado su vida todo ese tiempo para él? Y ella me decía qué importante es la presencia de la Palabra en la vida de matrimonio.
A veces creemos que la talla a que nos llama Jesús es demasiado grande y nos así, porque se trata de descubrir nuestra identidad. ¡Qué privilegio es escuchar y vivir la Palabra, que es lo nos da la identidad!

Cuando Jesús se va a bautizar y se acerca a Juan y Juan le dice ¿tú me pides que yo te bautice? Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cumpliremos todo como debe hacerse.»
Juan simboliza a nosotros, nosotros debemos pedirle que nos bautice, para recibir el Espíritu Santo para mí y los que nos rodean.
Jesús quiere que seamos fieles a su Palabra, y a veces soy impaciente, con mis hermanos pero luego caigo en la cuenta y le pido perdón, y me regala la capacidad de reconciliarme.
Dejar que el Señor actúe. Yo trabajo en un proyecto en una empresa y hace expansiones y a veces hay políticas que no se cumplen y eso me hace que me moleste con algún compañero de trabajo, y en mi cólera, le digo que debe dejar el trabajo, y luego doy cinco pasos, luego el Espíritu Santo me da luces para pensar: esa persona es un padre de familia, y cómo sería si quedaría sin trabajo? Luego le hablo y le digo: soy católico e intento ser como Jesús, perdona pero desde ahora vamos actuar de otra manera. Es darle otra oportunidad pero enseñándole.
Escuchar al Espíritu Santo que es la voz que gime para actuar como Jesús y necesita de mi fe, para que sea efectiva, es la Palabra en el corazón y trabaja en mí en el día a día.
Ese es el bautismo de la vida, a través de la Palabra y renueva nuestra identidad.
Cuando Jesús sale del agua, vino el Espíritu Santo y el Padre lo reconoce como Hijo y es lo mismo que dice de nosotros. Eres mi hijo, escúchenle
El bautismo nos hace hijos y esta noche nos propone a ser bautizados por Jesús: n mi cólera, mis penas, en todo aquello que me quita el ser hijos.
la alegría de Dios es que volvamos a ser hijos y que tenemos la herencia, y dispongamos en la casa paterna. Por eso nos dice:
« ¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.» Y comenzaron la fiesta. Lucas 15, 21-24

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