ESCUELA DE LA PALABRA


No vamos a dar la Escuela de la palabra en forma presencial pero le enviamos ésta para que no perdamos el hilo del ciclo el martes pasado veíamos la llamada de Dios que nos hace cómo discípulos y hoy en esta escuela, dios nos quiere enseñar precisamente en la fiesta de la conversión de San Pablo, cómo escucharle, Pablo desde que conoció a Cristo no hizo otra cosa que escuchar su voz y obedecerle; porque eso es escucha: estar atentos , oírle y hacer lo que él hace, y decir lo que él nos dice.
Por eso es señor nos capacita, primero nos llama y si somos dóciles a su voz le seguimos como hicieron sus discípulos y luego nos capacita como dice la palabra:
El Señor Yavé me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos. El Señor Yavé me ha abierto los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás. Isaías 50,4-5
A través de su Palabra nos da poder para hablar como su discípulo, la palabra, como fuerza de vida que es, comienza a generar procesos en la vida en quien la recibe, Jesús se compromete a capacitarme, a hablarme y yo me ofrezco voluntariamente a escucharle a tal punto que sus palabras me son dulces al corazón por eso cada mañana me levanto y pongo toda mi mente, corazón y fuerzas para abrirme a lo que Él quiere confiar y me abro a sus proyectos para renovar mi juventud, mi espíritu hacer las cosas como Él quiere y yo no me resisto porque sé que en este proyecto quien sale ganando soy yo, somos nosotros, porque todo lo hace para bien de los que ama y esa es la disposición que tenía Martha:
Siguiendo su camino, entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. 39 Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Lucas 10,38-39
La mejor manera de ser Marta es ser María, o mejor todavía, tener las manos de Marta y el corazón de María y hacer el ejercicio distintivo de un discípulo de Jesús: la acogida del Maestro mediante la escucha de su Palabra.
Gracias Señor por la riqueza tan grande que tiene tu Palabra. Hoy, repites nuestro nombre firme pero cariñosamente, Marta, Marta… una sola cosa es necesaria… quieres que descubramos el verdadero valor de las cosas. Tú quieres darle un vuelco a nuestra ansiedad, a la tensión que estamos viviendo: ¿Qué es lo necesario? En el fondo lo que estás cuestionando Señor, son nuestras relaciones interpersonales, nos preocupamos por “muchas cosas”, y quizás nos pasa lo que Marta, te queremos atender, queremos amar a los que nos rodean… pero nos quedamos en las cosas y no en lo que, el otro piensa, o vive, siente o realmente necesita.
Al escuchar Señor, tu respuesta a nuestro reclamo, nos enseñas que el servicio y la escucha no se contraponen. Al contrario, la escucha nos llevará a un ejercicio más fuerte, nos llevará a amarte, a amar a los demás y a dar la vida por ellos, como Tú lo haces con nosotros. “Escoger a Jesús como la mejor parte de tu jornada, es expandir tu corazón, realizarte, dejar a la inquietud ganar una alegría, una paz que desea una Marta que quiere dejar la cocina”
Estar a los pies del Maestro, escucharle conlleva una enseñanza muy grande: aprender a ver más allá de lo que percibimos o creemos entender.
Yo dormía, pero mi corazón estaba despierto. Oí la voz de mi amado que me llamaba: «Ábreme, hermana mía, compañera mía, paloma mía, preciosa mía; que mi cabeza está cubierta de rocío, y mis cabellos, de la humedad de la noche.»
Me quité la túnica, ¿tendré que ponérmela otra vez? Me lavé los pies, ¿tendré que ensuciármelos de nuevo? Mi amado metió la mano por la cerradura; ¡cómo se me estremeció el corazón! Me levanté para abrir a mi amado.Cantar 5,2-4
¡Qué alegría! Mi Jesús escucharte, porque ni para mí, ni para nadie tienes secretos ni tiempo, continuamente me estás hablando aún cuando estoy en mi cama, aún cuando duermo, me llamas la atención para que estés conmigo, pero siempre tengo disculpas, y te desdeño o te soy infiel, porque pienso que ya tengo todo controlado, mi vida hecha, mis trabajo mis estudios, mis horarios establecidos, mi agenda repleta y no hay espacio para ti, hay momentos en nuestra vida Señor, que nuestro corazón y nuestro oído se endurecen, no te sabemos reconocer, ni escuchar o a veces creemos que ya te tenemos cansado con tantas peticiones, que ya no nos escuchas, porque no haces lo que nosotros te pedimos… Sin darnos cuenta, pedimos también, como ellos, frutos de que nuestra oración es escuchada. Perdónanos Señor, por no entender que las mismas dificultades ya son respuesta, que tu vida entregada ya es camino para poder vivir y comprender de todo lo que hemos estado viviendo. “Cómo ardía, Dios mío, cómo ardía en deseos de volar desde las cosas terrenas hacia Ti, aún ignorando lo que querías hacer de mí” (San Agustín).
Oigan pues mis advertencias y derramaré sobre ustedes mi espíritu. Si los llamo, ¿se alejarán? Si les tiendo la mano, ¿me rechazarán? Proverbios 1, 22
Dulce locura, no te das por enterado de mi frialdad, de mi tibieza y sigues insistiendo hasta conquistar mi corazón y te acojo porque ¿Quién que te conoce te puede dejar abandonado? Por eso quiero decir con el salmista: ‘Una cosa pido al Señor y es lo que busco: habitar en la casa del Señor toda mi vida, contemplar la belleza del Señor examinando su templo’ (Salmo 26,4)?”. Orar no es algo complicado, es se tal como soy, sin nada que ofrecer, sino abriendo el corazón, lo que el Señor quiere regalarme hoy y dejar que su Espíritu se derrame en mí y en todos.
La escucha sencilla ya nos lleva a ser parte de El: familia de Jesús. Tu familia, Señor, es la comunidad de los “pequeños” que mediante la escucha de tu Palabra y la conversión a ella, va creciendo llevada por tu mano, querido Maestro y conducida hacia la plenitud de toda familia que es la relación trinitaria
Lo único que nos pides es optar de corazón por Ti y elegir vivir según los criterios de tu evangelio, encarnando las bienaventuranzas y todas tus enseñanzas, enseñanzas que son tan actuales y tan distintas en cada momento de nuestra vida. Jesús es una aventura escucharte, es como los deportes al extremo… pues preguntarte a ti, hacer y actuar cómo tú piensas y sientes, nos va a llevar a romper con todos nuestros imposibles. Cuando nos invitas a “cumplir la voluntad del Padre Celestial”, nos estás insistiendo en que, lo más grande, es formar familia, acercarnos a Dios como Padre. Captar la paternidad divina, la comunión con este Padre es la que nos permite hablar con certeza de una “verdadera familia” (Ef 3,16ss).
Ojalá pudieran hoy oír su voz. «No endurezcan sus corazones como en Meribá, como en el día de Masá en el desierto, allí me desafiaron sus padres y me tentaron, aunque veían mis obras. Salmo 95,7-8
Para conseguir la Vida, la verdadera Vida nos ha enseñado a orar, no con muchas palabras, como si por ello fuésemos a ser mejor escuchados” (San Agustín). Él nos enseña a orar de una manera tan sencilla:dialogando. Sí, por extraño que nos parezca, nuestro Dios no actúa como nuestra sociedad actual, todo de manera rápida, fácil, sencilla y barata… No, El, procura hablar, esperar, creer, en pocas palabras estás: amando nuestra libertad.
Gracias Señor, porque no sólo nos dices lo que hay que hacer sino teniendo en vista la maduración de la fe de los tuyos también nos enseñas a discernir la voluntad de Dios en cada circunstancia de la vida. Por eso, nos hablas en parábolas. Las cuales son verdaderos ejercicios de discernimiento espiritual que tratan de captar el acontecer discreto de tu Reino en medio de las diversas circunstancias de la vida.
Yo reprendo y corrijo a los que amo. Vamos, anímate y conviértete. Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. Apocalipsis 3,19-20
La vida espiritual está dinamizada por la búsqueda de Dios: “Tu rostro buscaré Señor” (Sal 27,8). O como en el caso de la amada del Cantar de los cantares: “Por las calles las plazas buscaré al amor de mi alma… ¿Habéis visto al amor de mi alma?”
Pero sucede que a veces lo hacemos con esperanzas estrechas, con poca visión, con la mente cerrada, aferrados a nuestro modo de entender tu presencia, tu amor. Entre lágrimas te buscamos Señor, en una sociedad confundida, que quisiera comprender las razones de sus males, de los errores que ha cometido, pero que no sabe cómo cambiar la escala de los valores ni cómo vivir la fraternidad y la solidaridad. Permítenos Señor dar con tu mirada, con tu presencia, ¡abre nuestro corazón para verte!.Y poder dialogar contigo como lo hacen dos amigos que se hablan y escuchan mutuamente, siendo partícipes de los proyectos de cada uno y ver qué caducos a veces son nuestros proyectos y a qué magnitud de proyectos nos llama Dios, nada más ni nada menos que amar como su Hijo y hacer las obras que Él hizo.
Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia. 20 Ama a Yavé, escucha su voz, uniéndote a él, para que vivas y se prolonguen tus días Deuteronomio 30,19b-20
Por eso nos dice escúchame día a día, para que Yo determine tu actuar y vivir y así escojas la mejor parte para ti y tu descendencia.

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