“YO ESTARÉ CON USTEDES TODOS LOS DIAS” (Mt 28,20)



INTRODUCCIÓN.

¡Buenas noches! Estamos en la Octava de Pascua, es un tiempo crucial donde Jesús Resucitado se va apareciendo a cada uno de sus discípulos desde el punto que cada uno se encuentra, desde la experiencia en el que cada uno está. Jesús dedica 50 días antes de la venida de Pentecostés para recobrar a sus discípulos, para salirles al encuentro y hacer un proceso de afianzarles en la fe él Resucitado.

Jesús mismo se da tiempo para hacer este camino de Resurrección, y de perseverancia en sus discípulos y les da tiempo a cada uno según su necesidad.

Estos 50 días están llenos de gestos de Jesús, palabras, actitudes que muestran el amor paciente de Jesús. Son Palabras y gestos oportunos que necesita: María Magdalena para reconocerle, los discípulos de Emaús para volver a la comunidad, para que Tomás crea a Jesús, para que los discípulos salgan de sus puertas cerradas por miedos, para que experimenten la paz y para que vivan la VIDA NUEVA EN CRISTO.

No es mágica la Resurrección, aunque hayamos tenido la experiencia de una vida nueva, nos sentimos acechados por los retos de cada día, ahí donde Jesús sabe que aunque los discípulos se habían encontrado con él Resucitado, necesita salirles al encuentro una y otra vez hasta afianzarles en la fe, y enseñarles a vivir EN LA VIDA NUEVA EN CRISTO. ESA VIDA GANADA POR ÉL PARA TODOS.

En estos 50 días Jesús nos dedica tiempo a nosotros a través de la Escuela de la Palabra y podemos responder también nosotros dándole tiempo a Jesús de que nos salga al encuentro cuantas veces haga falta hasta que aprendamos a vivir en la VIDA NUEVA EN CRISTO.

¿Cómo podemos iniciar esta escuela de la Palabra después de la experiencia que cada uno hemos tenido de Resurrección?

(Is 50,4-9): El Señor me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos. El Señor Yavé me ha abierto los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás.

Podemos iniciar la escuela reconociendo el don de  poder hablar como su discípulo, es decir: “Ser la boca de Dios” para dar su Palabra, esa Palabra que fortalece al que está cansado, otra traducción dice: al aburrido. También reconociendo el don de que el Señor cada mañana despierta nuestra mente y nuestro oído para escucharle y para no resistirnos ante su voz, ante lo que él nos dice.

¡Qué bueno reconocer el don de oír a Dios y hablar de parte de El! Que si algo podemos a El se lo debemos.

Nos abre el oído para escuchar lo de Mt 28,20: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia”.» (Mt 28,20) . Son días para contemplar a Jesús con nosotros como dice San Mateo: “Todos los días”  en cada momento, en cada situación y él se deja encontrar porque nos sale al encuentro. Es una promesa hecha realidad. Pero necesitamos contemplarle, encontrarle, reconocerle con nosotros.

Ante esto ¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿Quién estará contra nosotros? Si ni siquiera se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios mismo los declara justos. ¿Quién los condenará? ¿Acaso será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada? en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó. (Rm 8,31-35)

Hemos iniciado la perseverancia, desde que salimos del retiro y nos encontramos  con toda la realidad, con los retos de cada día, eso no ha cambiado, pero ¡Qué bueno es escuchar la Palabra de Dios! Como dice San Pablo a los Romanos: ante esto ¿Qué diremos? Si Dios está con nosotros ¿Quién contra nosotros? La vida nueva, es real, no ha sido una mentira, pero necesitamos enfrentar la vida desde la certeza de que en todo saldremos vencedores gracias a aquél que nos amó primero.

Jesús busca que valoremos su Vida nueva en nosotros, que a la primera de cambio no la botemos al tacho. Él mismo la Inaugura haciéndole frente a lo que cada uno nos toca vivir. “Si Dios está contigo ¿Quién contra tí?” El Señor nos invita a perseverar en la vida nueva, afianzada en El. Ya sabemos que por nuestras fuerzas no podemos nada, pero se trata de experimentar en todo momento el poder de la Resurrección. Antes vivíamos como podíamos, desde donde podíamos, pero ahora ya sabemos que no podemos, que nuestras fuerzas no nos dan para mucho, que la vida nueva, tiene su cimiento en el Resucitado, experimentando el poder de la Resurrección.

Una tentación que podemos tener ante los retos del día a día es encerrarnos, cerrar nuestras puertas interiores por miedo. Pero ¿Cómo fueron experimentando el poder de la Resurrección los discípulos después de que Jesús Resucitó?

En Jn 20, 19: “Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» “Jesús penetra las puertas cerradas, entra y allí se encuentra con nosotros mostrándonos su poder: de penetrar nuestras puertas, y nos da la palabra oportuna: «¡La paz esté con ustedes!» 

En estas 24 horas ¿Qué has estado necesitando? ¿Qué vamos necesitando como comunidad de Lima? ¿A que es oportuna esta palabra de Jesús?  Jesús tiene poder en sí mismo, más allá de nuestros miedos, se presenta en medio de lo que vivimos, tiene contacto con la realidad, para enseñarnos a vivir ahí como Resucitados. Por eso son días de contemplarle como atraviesa toda puerta aunque no le dejemos pasar, él atraviesa para darnos lo que necesitamos.

Nos da la Paz, porque es lo que nos serena, sosiega el corazón, y lo que nos da esperanza, nos da el poder creer en él y no en nosotros mismos, nos hace ser testigos de su poder, pero antes nos consuela. Todos necesitamos el consuelo como brisa suave que llegue a nuestra vida, pero un consuelo que no es relajante sino que nos arraiga en la certeza del poder de su resurrección y que nos lleva a vivir y a perseverar en la VIDA NUEVA EN CRISTO.

Cuando Jesús les dice a sus discípulos LA PAZ ESTÉ CON USTEDES,  nos abre la ventana de posibilidad, nos muestra cual es la vida nueva que podemos vivir, desde donde… Los discípulos se llenan de alegría. Entra el oxigeno en el interior, el oxigeno de la fe, de la esperanza, del amor. Y el gozo, la alegría vuelve al corazón, es la fuerza del Espíritu Santo. Con la Paz, recibimos la fuerza del Espíritu Santo, su ímpetu para creer en Jesús y su poder.

Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo

Esa paz, se convierte en envío, en confianza, en fortaleza, que dispone a la persona a vivir en la confianza puesta en él y con la fuerza del Espíritu Santo. En el Amor no es temor. Dice San Pablo a la Carta a los Gálatas: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi, y todo lo que vivo en lo humano lo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”.

La Vida nueva en Cristo, la vivimos cuando le damos paso a Cristo en nuestra vida y le dejamos vivir Resucitado, entonces nuestro “yo” nuestra vida vieja va disminuyendo para que él crezca, para que él viva. Es ir optando para que Jesús ponga su parte en nuestra parte.

Había un señor Que le pedía una prueba a Dios de que existe, para creer en él. Señor, dame una prueba de que no eres una imaginación mía, de que cuando me hablas eres realmente tú y no una alucinación, un deseo, una proyección de mi mente.
Entonces oyó en lo más íntimo de su interior: Está bien, te la daré, pero habrás de poner tú también algo de tu parte ¿de acuerdo? Contesta el Señor,de acuerdo.

Mira, tu parte es ésta: tu mujer trabaja todos los días de la semana, y la tratas con poco cariño, trátala como se merece; a tu vecino de la puerta de al lado, que tanto te molesta, perdónalo y trátalo con amabilidad; a tu jefe no le calumnies; y aquellos impuestos que escamoteas al fisco, págalos; presta más atención a tus hijos y dales tu tiempo en lugar de ir tanto al bar y ver tanta televisión y tanto fútbol. Luego vuelve. Y volvió:
-Señor, ya he hecho cuanto me pediste. ¿Y qué? ¿Vienes a que te cumpla mi parte?
Señor, ya no es necesario. No lo necesito. Ya bien sé que existes.
Si, bien dices respondió Jesús. Porque mi parte se cumplía en la tuya.

Cada vez que dejamos que Cristo gane en nosotros y buscamos ganar a Cristo, ponemos de nuestra parte y Cristo en nuestra parte pone la suya. Por eso san Pablo decía: “es Cristo quien vive en mi” la Vida nueva es Cristo Resucitado viviendo en cada uno de nosotros cuando ponemos cada uno nuestra parte.

La Vida nueva por tanto, es don y tarea. Necesita de nuestra colaboración para vivirnos en Cristo como Resucitados. Dice San Pablo en su carta a los colosenses: “Si han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Preocúpense por las cosas de arriba, no por las de la tierra. Pues han muerto, y su vida está ahora escondida con Cristo en Dios. Por encima de esta vestidura pondrán como cinturón el amor, que lo hace todo perfecto. Así la paz de Cristo reinará en sus corazones, pues para esto fueron llamados y reunidos. Finalmente, sean agradecidos”. (Col 3,3-7 )

Se trata de buscar por las cosas de arriba, por buscar primero el Reino de Dios, buscar primero orar para que el Reino esté en nosotros y todo lo demás se nos de por añadidura. Le preguntaba al Sr. ¿Qué tiene la oración que nos reviste de tu poder? Es verdad que cuando oramos, constatamos que todo lo demás viene por añadidura.

Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia. Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo. (Col 3,12-14)

Para poder amar a todos “Sin acepción de personas “y con la debida jerarquía de valores, adquirir primero el Reino de Dios, saborear las cosas de arriba, y la recompensa del Padre del cielo, preferiremos ir desenredados de nosotros mismos, de personas y cosas, sin excesivas preocupaciones por el mañana o por la opinión de los hombres, sin miedo a no ser sabios según el mundo, o a ser odiados por él, o a enterrarnos y pudrirnos como el grano de trigo para que el fruto sea más abundante. (CFMVD No. 53)


Lecturas para la semana

Ciclo: Pascua                                             Tema: La Vida Nueva en Cristo.
Miércoles: Mt 28,19-20: “Yo estaré con ustedes todos los días”
Jueves: Rm 8,31-35: “En todo saldrás vencedor gracias a aquél que te amó”.
Viernes: Jn 20,19-22 “La paz esté con ustedes”.
Sábado: Gal 2,19-20: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”
Domingo: Jn 20,19-31;Hch 2,42-47: Dichoso por creer.
Lunes: Hc 34,23-31; Jn 3,1-8: Nadie puede ver el Reino de los cielos si no nace de lo alto.
Martes: Col 3, 3-14: “Los que han resucitado con Cristo busquen las cosas de arriba”.

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