“¡Felices los que escuchan la palabra de Dios y la observan!”


Es una alegría para mí compartir con ustedes la Palabra esta noche, porque es un regalo para tu vida de parte de Dios y es para recibirla.
¿A qué me invita la Palabra? Jesús se acerca para mostrar el rostro y el Amor del Padre. Jesús Palabra viva, echa carne y en la Eucaristía se acerca más al hombre, quiere ser parte de nosotros para sanarnos y liberarnos.

El Verbo se hizo y ahí está su fuerza, eso somos nosotros Verbum Dei, la Palabra hecha para muchos y por ello nos dedicaremos a la oración y Predicación de la Palabra.

La semana pasada vimos la asimilación de la Palabra, esta semana vamos a tratar sobre hacer vida la Palabra, esa Palabra que me lleva a la transformación y que la llevamos a la vida, para convencer, para dar testimonio y arrastrar a otros para Dios. Un cristiano coherente vive la Palabra.
Vivir la Palabra nos supone morir a nosotros mismos, supone dejar nuestras ideas, pareceres, costumbres y de todo aquello que no es Cristo.

Una Misionera siempre nos decía siempre buscar compararse con Cristo y no con el mundo o lo que ves hacer en la otra persona. Cristo me invita a un cambio porque no se trata de decir ¡Señor! ¡Señor!, o estar arrodillados horas y horas, o ser buenos, se trata de dar vida a la Palabra, a la Palabra de Dios.

La Palabra no nos estanca, nos lleva siempre a más y nos da su fuerza, tu fidelidad depende de lo que vayas entendiendo y lo vayas haciendo vida.

 La Palabra que hacemos vida nos hace sabios, porque estamos cimentados en Roca firme que es Cristo, y podrán venir dificultades, desastres, enfermedades pero la casa no se me cae.
A veces todo se nos viene abajo porque no le damos Vida a la vida de la Palabra de Dios. Es la Palabra de Dios la que nos sostiene en las dificultades y la vida de Dios viene desde el interior, de donde está la Palabra de Dios y es personal, desde lo que Dios te va diciendo, una chica de la UNI, me decía yo quiero cambiar, ser de esas que no le gusta el baile y las fiestas y yo le decía eso uno lo hace como una opción personal desde donde uno lo ve, uno deja de hacer las cosas no porque sean malas sino porque cree que eso a mí me lo pide Dios, a mí me gustaba mucho las fiestas, bailar pero fui a una convivencia y decidí dejar todo por Cristo y fue una opción personal que me salía desde lo más profundo.

Jesús nos dice si oyes mi Palabra y no la pones en práctica la casa se derrumba y la vida es un desastre. Cuando sufrí un accidente, al verme en una camilla, llena de tubos le decía a Jesús esto no me cuadra, y me vi derrumbada y todo se me vino al piso y Jesús me dijo: ¡levanta la mirada! Mira el cielo abierto, el abismo donde tú estás no es tu lugar yo te voy a sacar de ahí donde te encuentras, esa experiencia de un Dios que te levanta, Dios que sale a tu encuentro en esos momentos de debilidad, de falta de fe, porque nos invita a que se haga vida su Palabra.

En la carta de Santiago dice: todo lo bueno procede de Dios y esa es nuestra esperanza y nuestra vida y Dios es fiel y no cambia como las personas que somos volubles: un día estamos bien, otras no queremos ni que nos miren y cambian hasta con los gestos.
Dios permanece fiel aún en medio de mi pecado, porque Él está ahí para levantarme una y otra vez.

Un sacerdote nos hablaba de la libertad, que implica responsabilidad cuando optamos y a veces hacemos malas opciones, eliges hacer el mal, pero Dios sigue esperando. Jesús espera en la cruz hasta que optemos por hacer el bien.
Escuchen y pongan por obra mi Palabra, sino lo hacen se engañan a si mismos, es como se pusieran un impermeable, la Palabra la escuchan pero no les afecta. El que persevera en la Palabra y la vive es dichoso, aunque a veces los cambios de vida, no lo noten lo demás, el vivir la Palabra te da alegría, gozo, aunque vivas en medio de un pueblo pecador.

En tu ser interno te afecta y en libertad de hacer vida la Palabra vas consiguiendo la libertad.
Jesús dice mi madre y mi padre son los que cumplen la Palabra de Dios, la familia de Jesús somos los que escuchamos la Palabra y la ponemos en práctica y ser fiel a esa Palabra que Dios te va diciendo eso te da energía y fuerzas que la misma Palabra tiene y sirve para muchos, y esa alegría no te la quita nadie.
Lo más importante es correr para llegar a la meta y conseguir el premio saber a dónde corro y alcanzar la meta que es Cristo, es tener el ideal claro, prepararnos para no dar golpes en el aire. Buscar disciplinarnos libre y voluntariamente para alcanzar una corona que no se corrompe no vaya a ser que después de predicar a otro quede yo descalificado.
La Palabra es fecunda con la vida de Dios, porque sale de su boca para cumplir su misión, hacer que nuestra vida dé frutos y decir al mundo que es posible vivir la Palabra desde la certeza que Ella nos da felicidad
Pidamos a María el creer en la Palabra, creer con la humildad que ella tiene, porque es en la humildad que la Palabra se hace carne y habita en nosotros.

Comentarios

Anónimo dijo…
Que Dios se haga grande en nosotros para poder de verdad trabajar por nuestra transformación y la transformación de los que él nos confía cada día

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