RESUMEN DE ESCUELA DE LA PALABRA


Buenas noches, estamos en esta Escuela de la Palabra por gracia de Dios y esta semana la Iglesia nos invitaba a orar desde la verdad de la Santísima Trinidad.
Y qué bueno que esta noche cada uno lleguemos a experimentar ¡Yo te buscaba fuera, Señor,  cuando tú ya estabas dentro de mí!  Por eso les invito a entrar en la Palabra, saborear, escuchar y reconocer a Dios en mí. Él se me da.
La Palabra es viva y por eso tiene  poder que no podemos calcular, su presencia surge y nos llena de gozo, de luz para comprender mi vida y la de los demás. Por eso entrar en la Escuela y sumergirnos en la Palabra.
Hoy la Santísima Trinidad en Génesis 18, Jesús se presentó a Abraham  y es que se presenta la Palabra a nosotros siempre nueva aunque la hayamos oído muchas veces porque la situación, el tiempo nuestro, estado de ánimo es otro y Dios habla sobre cada realidad en que te encuentres. Y Dios se presentó, Él toma la iniciativa y viene a mí, Abraham estaba al medio día: quizás sea un día difícil de entender  o muy caluroso, donde la gente habla porque estoy feliz o porque no lo estoy, pero levanto la mirada, miramos a Dios a veces con mirada humana, con interés pidiéndomele por decir que me saque la lotería cuando ni siquiera he comprado el boleto, es decir queremos tener sin hacer el mínimo esfuerzo para ver a Dios,
Y Abraham levanto la mirada y vio a Dios. Su fe en la Palabra descubre a un Dios vivo.
Y a veces camino en soledad porque perdemos la mirada de fe y no descubrimos la presencia de la Trinidad en nosotros ni a los demás, vivimos con una soledad en el corazón y en los hermanos.
Y descubrió a Dios a poca distancia, y es que Él no está lejos de mí, que lo puedo experimentar, ver como dice San Agustín: Te buscaba fuera de mí cuando tú estabas en mí.
En san Juan dice: Si alguien me ama y cumple mi Palabra vendremos a Él y haremos nuestra morada.
Es decisión del Padre, Hijo y Espíritu Santo hacer su morada en mi corazón, aunque sea una cueva de ladrones o choza, Ellos se han quedado a morar en mí ¿Quién soy yo, para merecer tan grande Amor?  A veces ni somos dignos de tanta grandeza.
Yo soy tutora de un niño que es bien inquieto y en su agenda de control, viene con anotaciones que se portó mal, y ayer se me acerca llorando y me la enseña y  dice: ¡No se lo digas a mi papá! Porque me pega y  pienso que así no se corrige porque cuando a un niño se les castiga se le crea más violencia, el que construye es el lenguaje del Amor y eso es lo que nos da la Trinidad, usan siempre el lenguaje del AMOR y nos reconstruye. Dios no me anula, ni me destruye ni hace categorías. Dios quiere nuestra felicidad no porque la merezco sino que su Amor es incondicional.
Reconocer a Dios en nuestro corazón dice el Salmo, yo busco tu rostro, tu presencia, tu gracia. Aún en los momentos difíciles mi corazón te busca, te necesita, eso es real más allá de lo que entienda.
Es tu rostro lo que busco, no busco aplausos, que me reconozcan y si los busco siempre tendré vacíos ¿Qué busco? ¿Cuál es mi prioridad? Eso que busco le da sentido a mi vida y a la vida de las personas. Lo importante no es llegar solo y el primero sino todos y a tiempo. ¿Cuál es mi búsqueda? Nadie está libre de egoísmo, autosuficiencia, orgullo y si lo reconocemos está bien.
Constantemente revisar ¿cuál es mi búsqueda? ¿Mi intención?  Ser sinceros, frente a Dios y lo que vale es lo que mueve mi corazón.
Como decía Jaime Bonet, entender es de inteligentes. Que vale distinguir cuál es lo mejor, lo que me conviene, lo que me hace feliz y que sé que es Dios;  a veces se cruza  lo pasajero, pero sí sé diferenciar opto por lo que dure: Cuando vas por la calle te dicen: ¡Estás bonita o guapo! Nos sentimos bien y como somos muy sensibles nos sentimos mal cuando nos dicen lo contario, Dios nos manda vivir libres en el Amor y no afectarnos por cosas pasajeras.
¿Cuál es mi valor? A veces me conformo con migajas de cariño, aprecio, hasta en las parejas y por pequeñeces la pasamos mal, porque no me llamó y la hacemos grande porque pensamos mal de la pareja.
Por  eso ojalá hoy descubramos la presencia de Dios y decirle: a ti te busco y anhelo que tú me llenes.
Abraham descubrió su presencia y supo que Dios no es lejano, por eso cuando lo descubre le dice; No pases de largo,  es rogarle a Dios ¡Detente!
Y la Trinidad se detuvo y Abraham se puso a su servicio e hizo un montón de cosas: haz el pan, mata al borrego, trae el vino... cocina para dar lo mejor a la Trinidad.
Y a veces las personas responden a Dios haciendo muchas cosa para Él,  Cuando yo descubrí mi vocación,  no quería aceptar el llamado de Dios y me dediqué a hacer muchas cosas en la parroquia: era catequista, estaba en el coro, llevaba a unos jóvenes total mi vida estaba abocada a las actividades de la  parroquia y pensé que así contentaba a Dios y se iba olvidar de que sea monja: pero el llamado estaba ahí, Dios no quería ni mis cosas, ni mi tiempo, Él quería m Vida, mi corazón.
Dios te llama con exclusividad de corazón de dónde eres, y estás, en la situación que te encuentre: soltero, casado, viudo, madre soltera etc.
Después de hacer todo Abraham se queda junto a ellos, de pie  y entendía que aunque Dios no nos pide cosas Él acepta lo que le damos nuestra pequeñez, nuestra entrega, nuestro esfuerzo, como el niño del jardín que hace un garabato y le dice a la mamá ¡Mira lo que te hice! Y la mamá aunque  es una cosa que ni entiende la acoge con cariño y lo luce ante la familia y amigos y dice ¡Miren lo que ha hecho mi niño!
Dios mira el corazón, con el cariño que lo hiciste y no las apariencia,  a veces nosotros nos fijamos más en lo exterior que en el interior de las personas. ¿Qué hay en el interior de las personas?  La llamada es entrar en su presencia y nos enseña a sensibilizarnos.
Y le preguntan a Abraham ¿Dónde está Sara? Ella no está en el encuentro, pero la Trinidad la conoce ¿Dónde está tu corazón? Haces cosas por ti y  ¿tu corazón?
Dios nos hace su promesa de darnos siempre su presencia, su Amor, me imaginaba a Dios que Él siempre abre la puerta cuando los demás las cierran. Esa es la oración, una puerta siempre abierta, el Amor personal de Dios del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tres amores en UNO.
El Amor al Padre es primero porque me creó, el Amor al Hijo porque Él es el que me dio su Vida y el Amor del Espíritu Santo, el dulce huésped del alma.
Ese Amor no se trata de maripositas en el estómago, o dibujar corazoncitos en todas partes, canciones…
Mi hermano en su época de adolescentes se le dio por no bañarse cada día y andaba descuidado, hasta que un día lo vimos con su pelo recortado y todo él perfumado, bien vestido  y ¿Qué pasó? ¡Que la vecina le echó el ojo! El amor lo cambió, lo transformó.
Descubrir el Amor de Dios va más allá de esos sentimentalismos que son temporales, necesitamos un Amor concreto, de fe,  de creer que Dios creador del universo ha entregado a su Hijo por mí: ¡Me amó y se entregó por mí! El amor de Dios es mucho más grande, y es experimentar el Espíritu Santo que es el Amor de Dios derramado en nosotros.
Experimentar que en mi corazón árido se derrama su presencia, su amor sin condición alguna.
Mi papá y mi mamá eran diferentes: mi papá era efusivo y mamá era más seria pero llena de delicadezas, a veces nosotros nos íbamos a fiestas y llegábamos en la madrugada y encontrábamos a nuestra mamá esperándonos y nosotros le decíamos: ¡Mamá porque no te has acostado! Y Ella decía no puedo dormir, hasta que ustedes lleguen y esa delicadeza a mí me comprometía con ella a venir en otra fiesta más temprano para que no pasara mala noche.
Experimentar que Dios en muchos momentos te quiere enseñar a amar y disciplinar.
Dios uno y Trino que habita en los cielos viene habitar también en tu corazón, es un misterio de Amor que no se entiende; es compañía, no soledad y se desborda como el mar inmenso a tus orillas.
Vamos a pedir a María un corazón sencillo y humilde para sentir que la Trinidad nos abraza y viene a morar en mí; que no es un abrazo corporal  sino que se siente en el alma y que sostiene nuestra vida.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

FRAGUA DE AMOR

El Amor se goza en la verdad