¡Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes!

Ciclo: EUCARISTIA                                 Tema: Sacrificio y Ofrenda

¡Buenas noches! ¡Bienvenidos a todos! ¡Qué bueno es contar siempre con un medio tan importante como es LA ESCUELA DE LA PALABRA! Porque nos recuerda el valor tan grande que tiene nuestra vida, más allá del valor que nosotros nos podamos dar. Pues nos recuerda el precio al que hemos sido comprados. Dice la Palabra de Dios: No con oro, ni con plata, sino con sangre preciosa del Cordero sin mancha.
Por eso, vamos a darle un aplauso a Jesús Eucaristía quien nos ha comprado a gran precio. Cada vez que miramos nuestra vida, o la vida de los demás tendremos que descalzarnos porque también han sido comprados a gran precio. Ver a Jesús hecho Eucaristía, es ver nuestra vida en él, totalmente amada, rescatada y redimida por todo. Todo nuestro ser hecho Cuerpo de Cristo, SU CUERPO Y SU SANGRE. Porque al comprarnos nos ha redimido y nos ha hecho uno con él. Somos el sacrificio vivo y santo de Jesús Eucaristía.

Por eso, ¡Qué grande es empezar la Escuela de la Palabra en este contexto de AMOR SACRIFICADO DE JESUS, que nos va haciendo su mismo Cuerpo y Sangre, junto con él Ofrenda de salvación. Otro contexto en el que nos encontramos es: “la novena de la Virgen del Carmen”.  Esta novena me ha ido acompañando en estos días para preparar también mi novena, mi fiesta porque el 15 de Julio un día antes de la fiesta de la Virgen del Carmen cumplo 9 años de votos perpetuos. Para todos es un tiempo de gracia, tiempo favorable, dice la Palabra de Dios: Es tiempo de la Salvación.

A veces se nos hace difícil comprender EL AMOR SACRIFICADO DE JESUS, SU SACRIFICIO VIVO Y SANTO. Pensamos que no es para nosotros porque vemos que el listón nos queda muy alto. Pero, por alto que nos quede, no podemos renunciar a nuestro derecho. Y ¿Cuál es este derecho? Que Jesús nos haya unido tanto a él, al haber puesto nuestro cuerpo, nuestra vida en su SACRIFICIO VIVO.  El derecho de que él pueda decir cada día en la Eucaristía por boca del sacerdote: “ESTE ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA POR USTEDES”.

Jesús no renuncia a tan gran ideal, que seamos SU CUERPO Y SU SANGRE. Por eso en cada Eucaristía que a través del sacerdote pronuncia estas palabras, ahí nos podemos encontrar totalmente amados, asumidos, y adquiridos por él hasta ser uno con él. Mientras tanto no nos suelta.

El cartel que hemos puesto en la capilla dice: EL AMOR NUNCA PASARÁ. Esta frase nos habla del sacrificio Vivo y Santo de Jesús. Manifestado en un amor que no pasa, no ha pasado y no pasará. Es el Amor que todo lo cree, que todo lo espera y que todo lo soporta (1 Cor 13). Es el Amor que garantiza lo que dice, porque todo lo cree, y cree que vamos a llegar a ser junto con él OFRENDA DE SALVACIÓN. Porque quien cree en ti, crea en ti eso que cree.

¿Quién habla siempre tan bien de nosotros? ¿Quién se expresa tan bien de cada uno? ¿Quién habla amando y sin reclamar nada, sin  buscar que le corresponda? Simplemente ama, porque su sacrificio es compromiso, es implicación, es llevar tan buena obra hasta el final.
Este amor sacrificado de Jesús me seduce, me cautiva, me atrae hacia él.

El profeta Isaías en el Cap. (Is 62,1-5) Por amor a Sión no me callaré, por Jerusalén no quedaré tranquilo hasta que su justicia se haga claridad y su salvación brille como antorcha.

Su sacrificio es darnos su Palabra, no quedarse callado ante nuestra vida que necesita vitalmente experimentar todo nuestro ser salvado por él, redimido, besado y reconciliado por él. Por eso, no se calla, por amor a nosotros y a los que dependen de nosotros. La trascendencia de nuestra vida es grande, nuestro destino es divino y no podemos quedarnos a mitad de camino.

Verán tu justicia las naciones, y los reyes contemplarán tu gloria y te llamarán con tu nombre nuevo, el que Yavé te habrá dado. Y serás una corona preciosa en manos de Yavé, un anillo real en el dedo de tu Dios.

Su amor sacrificado apunta a que su salvación en nosotros brille como antorcha, se exprese, se note que nuestra vida es salvada, que tenemos un salvador y un redentor. Y  nos invita a vivir en su alegría. Recordaba esta mañana el Cristo de Francisco Javier, es un Cristo sonriente. Es el Rostro del Amor Sacrificado de Jesús Eucaristía.
¿De dónde nos viene esta alegría? ¿Por qué podemos alegrarnos? Porque es nuestra alma, nuestra vida que se alegra en Dios, él nos reviste, nos pone ropas de salvación y esa salvación es abrigo para nosotros, protección. Dice el profeta Isaías: “…Y me abrigó con el chal de la justicia”. ¿Cuál es ese chal de la justicia? El chal del Perdón, de la reconciliación. Por eso, Salto de alegría delante de Yavé, y mi alma se alegra en mi Dios.

Pero me preguntaba ¿Cuánto tiempo tenemos que no hemos recibido su perdón? ¿Cuánto tiempo tenemos que no nos confesamos? Porque es a través de la confesión que el Señor nos reviste de un traje nuevo, el traje de fiesta, el traje del perdón. Nos reconcilia, su perdón llega a toda nuestra vida y nos adorna con joyas, nos coloca una corona de triunfo, y nos pone sus joyas, lo precioso del perdón.

Pero, a veces nos cuesta dejarnos revestir, nos cuesta dejarnos amar, perdonar, asumir y besar nuestra vida porque pensamos que Jesús está contra nosotros. Pero no es Jesús que está contra nosotros, somos nosotros mismos que estamos en contra de nosotros, porque el pecado nos pone en contra de nosotros mismos y sentirnos raros con Jesús, por eso en esta semana que estamos con la novena de la virgen del Carmen, ella nos presenta su vida donde podemos ver como ella dispone su vida para la SALVACIÓN.

“Alégrate llena de gracia, porque el Señor está contigo” (Lc 1,26). Alégrate porque tienes un salvador, te puede salvar y rescatar, te puede perdonar y reconciliar, puede, porque para él nada es imposible. Necesitamos entregarle nuestra vida, esa que tenemos, no la ideal sino la real. Dios está contigo, ¿Quién contra ti? ¿Quién está contra ti?

 ¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si ni siquiera se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios mismo los declara justos. ¿Quién los condenará? Rm 8,31-37

El sacrificio de Jesús es “JUSTICIA” es HACERNOS JUSTOS, Él nos declara justos, porque nos salva del poder del pecado y nos redime, hace de nuestra vida un ser nuevo.
Pero, cabe la posibilidad que no creamos esto que Jesús quiere, ser con él SACRIFICIO VIVO Y SANTO y busquemos cosas más exageradas, más estrepitosas, ostentosas, más sacrificantes. Nos puede pasar como Naamán el Sirio:

Fue pues Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo.  Eliseo le mandó decir por medio de un mensajero: «Vé a bañarte siete veces en el Jordán y tu carne será como antes y quedarás sano». Naamán se enojó y se fue diciendo: «Yo pensaba que saldría a verme en persona, que invocaría el nombre de Yavé su Dios, que pasaría su mano por la parte enferma y que me libraría de la lepra. ¿No son los ríos de Damasco, el Abna y el Parpar, mejores que todos los de Israel? ¡Me habría bastado con lavarme allí para sanarme!»

Muy enojado dio media vuelta para irse. Pero sus sirvientes se acercaron y le dijeron: «Padre mío, si el profeta te hubiera pedido algo difícil ¿no lo habrías hecho? ¿Por qué, pues, no lo haces cuando tan sólo te dice: Lávate y quedarás sano?» Bajó pues y se sumergió en el Jordán siete veces, tal como le había dicho el hombre de Dios. ¡Y después de eso su carne se volvió como la carne de un niñito; estaba sano! (2 Re 5,1-19)

Podemos creer que para que Jesús nos salve tengamos que comprar la salvación con lo que poseemos, o podemos, con nuestros caballos y carros, con lo apantallante, pero es tan sencillo lo que Jesús nos pide y es sumergirnos en el Jordán, confesarnos con frecuencia, para que nuestra carne se vuelva carne de un niñito, de un recién nacido y quedemos sanos.

¿Qué nos puede pasar si vivimos la grandeza de dejar que toda nuestra vida la reconcilie el Señor? Pues, lo que puede pasarnos es hacer de nuestra vida un MAGNIFICAT como María.

María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.  El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. (Lc 1,44-56)

Que el Todopoderoso pueda obrar maravillas en nosotros y que su SACRIFICIO VIVO Y SANTO, nos alegre todo nuestro ser, porque nos sentimos mirados por él y mirados bien, porque se ha fijado en nuestra pobreza, en nuestra vida pecadora y que en cada uno obre cosas grandes, para que cada día siga diciendo: ESTE ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA POR USTEDES.

Haznos Señor ofrenda de salvación, pidámosle a María su Hágase, para que podamos decir: hágase en mí según tu Palabra.


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