"Comieron todos hasta saciarse"

Qué bueno que esta noche, Dios nos quiere regalar su Vida eterna, la razón de toda nuestra vida, de nuestros actos, el poder amar a Dios y a los hermanos es la vida eterna.

Nuestra vida no acaba acá, el alma permanece, Jesús con su resurrección, nos señala que nosotros también resucitaremos. ¿Cómo se vive la vida eterna? Se crea, se desarrolla y se alimenta aquí en la tierra ya y ahora a través de la Palabra y el Pan de la Eucaristía,  en la que Jesús nos da la Vida, en forma real y concreta.

No recibimos la Eucaristía porque es domingo, nos toca,  sino para alimentar la vida divina recibida en el bautismo y que nos hace herederos de la Vida eterna. Y que a veces no lo sabemos y nos preocupamos más por lo material.

Me ayudaba empezar la escuela con este salmo  63,2-4
Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco,  mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi carne languidece cual tierra seca, sedienta, sin agua.  Por eso vine a verte en el santuario  para admirar tu gloria y tu poder.  Pues tu amor es mejor que la vida,  mis labios tu gloria cantarán.

Por ese deseo es que cuando no oramos o no venimos a la escuela, decimos es como que me falta algo, porque mi alma tiene deseos de Dios, necesita de su presencia tengo sed de ti Señor, de tu Amor porque lo que nos das es mejor que la vida. Esta experiencia es la más grande, es más grande que la vida ¿Por qué, qué son cien años ante la vida eterna? ¿Qué es la historia de la humanidad con todos sus adelantos? Es un soplo, es un huequito ante la vida eterna. Nuestra vida se hace grande porque Dios la hace perdurar y nos llena de su trascendencia. San Agustín en su libro “Las Confesiones” hasta hoy sigue convirtiendo a muchos corazones a Dios.

Como anhela la cierva estar junto al arroyo,  así mi alma desea, Señor, estar contigo.  Sediento estoy de Dios, del Dios de vida;  ¿cuándo iré a contemplar el rostro del Señor? Salmo 42, 2-3

Es diferente tener hambre a no tenerlo, cuando uno no tiene hambre, ya le pueden ofrecer los mejores potajes y los mira pero no come, no hay deseos, no hay apetito porque hay una severa anemia, que ni ganas tienes de comer, pero cuando uno tiene hambre, come hasta un pan duro y le parece rico.
Yo le pedía a Dios ¡dame hambre y sed de Ti y de Jesús Eucaristía, que mi alma te desee, que tenga necesidad de ti para buscarte con afán y gozar de tu presencia que me da la vida eterna!.
Por eso Jesús se ha ce Pan de Vida, porque lo necesitamos para vivir y no morir. El Espíritu es el que permanece para siempre.

Jesús es radical cuando dice: «En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.

Yo me acuerdo que mi papá no iba a misa nunca, pero después de muchos ruegos accedió a ir a una convivencia y tuvo una experiencia muy bonita con Jesús Eucaristía,  y entendió que si quería tener vida eterna, tenía que comulgar a menudo, aunque a veces tiene sus altibajos yo le hago recordar que si quiere tener vida eterna vuelva a confesarse y a comulgar.
Es retomar la experiencia de recibir la Eucaristía para desarrollar la vida eterna y con conciencia de la presencia de Jesús, que da Vida.

Es la experiencia de la multiplicación de los panes:
Se había hecho tarde. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: «Estamos en un lugar despoblado y ya se ha hecho tarde; despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los pueblos más cercanos y se compren algo de comer.»

Es fácil decir: despide a la gente,  y es que por un lado es falta de compromiso pero por otro lado no queremos compartir porque pensamos que lo que tenemos no sirve para nada, cuando alguien tiene que dar la Palabra, dice: yo no sé qué decir,  vayan a las misioneras y despedimos a la gente, Jesús te dice ¡Dales de comer!  Comparte lo que entiendes. ¿De dónde voy a dar a Dios? ¿Quién soy yo?  Pero Jesús insiste para  que el milagro se haga a través de nosotros ¡dales de comer!

¿Cuántos panes tienes? ¿Cuánta disponibilidad tienes para Cristo? Dar a Cristo, llevar su Palabra desde lo simple, lo pequeño, desde lo que entiendo.
Hay cinco panes y dos peces, tengo más de lo que pienso, Dios cuenta con eso, el desea que tengas y des vida eterna.
Nosotros los que venimos a la Escuela debemos llevarle a la gente que no viene la Palabra que hemos recibido, es necesario, por eso dijo Jesús: que hicieran sentar a la gente en grupos sobre el pasto verde. Se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta.

Yo también puedo alimentar a esa gente, darles vida, y que se acerquen a Jesús Eucaristía para que reciban su cuerpo y su sangre.
Dios primero se nos da y nos invita a comer, a comulgar hasta saciarnos, se hace alimento, para darme vida.

Tomó Jesús los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.

Y repartió entre todos para mí y todos los demás,  hasta saciarnos.
Te invito a que te vayas esta noche, a comer la Palabra y que te sacies de ella, y no dejemos que mi corazón quede vacío, por las amarguras, angustias, problemas que tenemos, ¡Sáciate de mi Pan, de mi Palabra, de mi Vida! Hasta que no me quede nada de hambre, que tu corazón se alimente.
Y el corazón se alimenta con la oración y la Eucaristía que me dan Vida eterna.

«En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.  Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.»

Busquen el pan que no perece y que permanece y les da vida eterna. No me busque sólo por cosas inmediatas: cuando estoy enferma, tengo dificultades, que es bueno, pero son calmantes que una vez solucionadas me olvido de Dios nuevamente, busquen cosas que nos da vida eterna.
Sé más ambicioso, búscame para que te dé vida eterna, experimenta mi amor desde lo profundo de tu corazón. La Vida eterna es para darla a los demás y que ellos también nunca mueran.
Esta noche Dios nos dice: Mi amor nunca pasará,  y por eso nos llena y sacia y ábrete a esta experiencia, diciendo ¡Quiero recibir tu Pan! Que es presencia viva y es para siempre, para mí y los demás.

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