¡Reaviven el don recibido!




¿Buenas tardes! Es un regalo poder empezar la Escuela de la Palabra después de haber celebrado la Eucaristía por el día de Santa Rosa de Lima (Virgen patrona América Latina), en la que nos podemos sentir invitados por una gran nube de testigos como Santa Rosa de Lima a valorar nuestra vida en el Cuerpo de Cristo (Heb 12,1-2).


La Iglesia nos pone como ejemplo a estas vidas para que nos animemos como dice San Pablo a correr hacia la meta, pero también recordamos: al Padre Juan Luis Lazarte que el viernes pasado celebramos su primer aniversario de fallecimiento, el 28 de agosto el cuarto aniversario de fallecimiento del P. Jaime Barceló Misionero – Sacerdote de la FMVD (él tenía una frase célebre: “No dar a nadie por perdido”. Mi promoción de Teología lo hicimos nuestro padrino cuando íbamos a hacer el examen de teología, para que los profesores no den a nadie por reprobado), también celebramos a San Juan Bautista etc.



La Escuela de la Palabra es el medio que la comunidad nos ofrece para no quedarnos instalados, sino que desde el punto donde estamos nos lancemos hacia la meta.

¿Cómo será esto? ¿Cómo podemos hacer mucho bien, como estos santos en el Cuerpo de Cristo? (Heb 4,12): La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos del alma y del corazón. Gracias a la fuerza de la Palabra que es el instrumento que nos ayuda a descubrir, a vivir y a enseñar a vivir el don tan precioso que el Señor nos ha dado: “El Carisma Verbum Dei”, Oración y Ministerio de la Palabra.


¿Qué es el Carisma VD? Orar y enseñar a orar, y enseñamos a orar predicando la Palabra. (Exp. Convivencia de la Confirma Uni): hace unos días fui a la convivencia de los de la confirma de la Uni y cuando terminé de dar la charla de pecado, me quedé sobrecogida porque Jesús me hacía consciente del valor que tiene mi vida en su Cuerpo y del todo el bien que le podía hacer a través de la Predicación, cuando vi algunas fotos que pusieron en el face los chicos cuando estaba predicando, me salió decirle a Jesús: Señor, te amaré predicando, porque me daba cuenta que por la predicación enseñaba a vivir a esos chicos desde el don del carisma recibido y que a ellos también se les estaba transmitiendo en esa convivencia. Es sorprendente ver lo que significa el carisma Verbum Dei en nosotros cuando lo vivimos.

Es ahí donde brota una respuesta de amor a Cristo Cabeza del Cuerpo, donde multitud de hermanos están tan cerca de nosotros y tan vinculados con lazos más fuertes que los de la carne y sangre, necesitados de nuestra predicación. En (Rm 10,9-17) Muy cerca de ti está la Palabra, ya está en tus labios y en tu corazón. Ahí tienen nuestro mensaje, y es la fe. Porque te salvarás si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos.

La fe del corazón te procura la “justicia”, y tu boca, que lo proclama, te consigue la salvación. La Escritura ya lo dijo: El que cree en él no quedará defraudado. Pero ¿cómo invocarán al Señor sin haber creído en él? Y ¿cómo podrán creer si no han oído hablar de él? Y ¿cómo oirán si no hay quien lo proclame? Y ¿cómo lo proclamarán si no son enviados? Como dice la Escritura: Qué bienvenidos los pies de los que traen buenas noticias.


Experimentar la grandeza de la llamada a este Carisma, no porque seamos el pueblo más numeroso que hay sobre la faz de la tierra, sino porque somos el menos numeroso, más bien por el puro amor que nos tiene y nos conserva (Dt 7,6-7). Ciertamente somos los más pequeños, pobres, débiles y pecadores, pero tenemos la capacidad de hacer mucho bien en el Cuerpo de Cristo.

La semana pasada nos daban la parábola de los talentos y me ayudaba meditarla desde aquí, desde esta confianza tan grande de Jesús para con cada uno que nos dio el Carisma como ese talento de sumo valor y para hacer mucho bien, a cada uno nos lo dio según nuestras capacidades, pero no para hacer un hoyo y enterrarlo sino para trabajarlo, desplegarlo y ponerlo al servicio de los demás, al servicio de la comunidad, de la Iglesia. (Mt 25). Se nos ha sido dado por el puro amor que Jesús nos tiene, sabiendo quienes somos como dice San Pablo a Timoteo, hemos sido llamados a vivir un don inmerecido (1 Tim 1,12): Doy gracias a nuestro Sr. Jesucristo que me ha fortalecido porque me ha considerado digno de confianza al encomendarme este ministerio. Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores de los cuales yo soy el primero. Precisamente por eso Dios me ha tratado con misericordia y Jesucristo ha mostrado en mí toda su generosidad.

Ante esta generosidad, yo siempre le digo a Jesús, Señor, en mi familia hay gente más santa que yo, y Él me responde, justo hay gente más santa que tú pero te he considerado digna de confianza para este ministerio. Para este ministerio y no para otro.

Ciertamente carismas hay muchos en la iglesia, como todos sabemos: por eso vemos unos que se dedican a la salud, que tienen puericultorios, asilos de ancianos, colegios, hospitales, etc. El Espíritu Santo es el que da los carismas pero para ponerlos al servicio de la Iglesia – Cuerpo de Cristo.
La manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común. A uno se le da, por el Espíritu, palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, el don de la fe, por el Espíritu…(1 Cor 12,2-9)


San Pablo invita a la comunidad de Corinto a buscar el amor y aspirar a los dones espirituales, especialmente al don de profecía. ¿Por qué les invita a aspirar especialmente de profecía? Dice: porque el que profetiza, da a los demás firmeza, aliento y consuelo. El que habla en lenguas se fortalece a sí mismo, mientras que el profeta edifica a la Iglesia. (1 Cor 14,2-5). La fuerza del Carisma que se nos ha confiado es porque puedes dar firmeza, aliento y consuelo a multitud de hermanos con una Palabra suya y así estamos edificando la Iglesia o Cuerpo de Cristo.


Experiencia:Cuando estaba en México, mi hermana me llamó para que ayudara a tener una buena muerte a la esposa de un compañero de trabajo. Empezamos a rezar el Rosario, a hacer oraciones comunitarias con la virgen etc. Lo más impresionante fue cuando le dije que le pidiera a la virgen María su Sí para abandonarse en las manos del Padre, que ese día era un día especial, pues era el Domund y que con ese paso que ella iba a dar iba a hacer mucho bien a todos los suyos y a muchas personas porque ella era misionera por su bautismo y que ella podía abandonarse en las manos de Dios para ser lo que estaba llamada a ser: MISIONERA.

En ese momento empezó a tener más fuerte la agonía y su familia me decía que me callara y la dejará, y yo me callé, y me iba a retirar cuando abrió los ojos y fijó su mirada en mí. Pero su mirada era tan penetrante, que me hizo entender: Paty no te calles, sigue hablando, se misionera, no dejes de hablar y de dar la Palabra, porque nos despiertas a lo esencial de nuestra vida que no sabíamos: SER MISIONEROS, y PODER SER MISIONEROS en todo momento. ¡Qué pena inaugurar este gran regalo cuando uno está ya para dejar este mundo!, pero ¡que grande cuando hasta después de la muerte podemos ser MISIONEROS y hacer mucho bien! Y al instante cerró los ojos y espiró y murió.

Los familiares se sorprendían de ver como se le iba transformando el rostro, de confianza, serenidad y alegría. Y expresaban: ¡Se parece a Jesús!

El don recibido es para vivirlo y no para guardarlo para después de la muerte cuando aquí y ahora podemos SER MISIONEROS y hacer mucho bien, ¿Qué quieres hacer con la única vida que tienes? Se convierte en un resorte acuciante cuando tenemos un poquito de fe y cuando damos con la mirada de Jesús que en nosotros se cobija y se confía y nos confía el destino de multitud de hermanos.

Por eso, nos exhorta San Pablo consciente de la riqueza que llevamos entre manos: Te encargo mucho que prediques el mensaje, y que insistas cuando se oportuno y aun cuando no lo sea. Convence, reprende y anima, enseñando con toda paciencia (2 Tim 4,2)



Te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos. Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio. No te avergüences, pues, del testimonio acerca del Señor ni de mí al verme preso. Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. (2 Tim 1,6-9)


Es este Cristo Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia que nos hace decir: “La vida misionera me fascina porque el Señor siempre saca lo mejor de nosotros, despliega nuestra vida para ponerla al servicio de los demás”.

Me venía la cita de los Hechos de los apóstoles (Hch 3,1-8) Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto.

Cuando Pedro y Juan estaban para entrar en el Templo, el hombre les pidió una limosna. Pedro, con Juan a su lado, fijó en él su mirada, y le dijo: «Míranos.» El hombre los miró, esperando recibir algo. Pero Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En nombre del Mesías Jesús, el Nazareno, camina.» Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó.


Inmediatamente tomaron fuerza sus tobillos y sus pies, y de un salto se puso en pie y empezó a caminar. Luego entró caminando con ellos en el recinto del Templo, saltando y alabando a Dios.

Poder vivir esta experiencia como el resorte más acuciante de nuestra vida y existencia cada día: “No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy” y poder decir con la boca llena, convencidos de lo que significa vivir nuestro carisma en el Cuerpo de Cristo.


Lecturas para orar en la semana:

CICLO: CUERPO MÍSTICO EL CARISMA VD EN EL CUERPO DE CRISTO
Miércoles:“Llamados para hacer mucho bien en el Cuerpo de Cristo” (Heb 12,1-2; Dt 7,6; 2 Tim 1,9-10; 1Tim 1,12)
Jueves:“Los carismas son para el provecho común” (1 Cor 12,2-9)
Viernes:“Aspiren al don de profecía (1 Cor 14,2-5ss)
Sábado:“Reaviva el don recibido: el Carisma Verbum Dei” (2 Tim 1,6-9)
Domingo:“Somos centinelas en el Cuerpo de Cristo” (Ez 33,7-9)
Lunes:“Profetiza y vivirán” (Ex 37, 1.14)
Martes:“No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy” (Hch 3,1-8)

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