"Hágase en mi según tu Palabra"

En esta Escuela de las Palabra, es un día especial, de la segunda semana de Cuaresma, porque María se hace presente y se hace parte de nuestra vida, es parte de nuestro carisma y de la Comunidad, desde lo que la Iglesia quiere.
Ese llamado se da por la oración, en la que se transforma nuestra alma y espíritu.
Vamos a celebrar el ¡Hágase! De María, es fiesta del Verbum Dei por eso quería invitar a María que nos acompañe en esta Escuela.
Ver a María para imitarla en ese encarnar la Palabra de Dios igual que Ella. No es sólo admiración, compañía sino modelo a seguir.
Ubicarnos en esa composición de lugar, cuando Ella pronunció ese ¡Hágase! Es María que da a luz a Jesús, que se llamará Emmanuel, es decir Dios con nosotros, en nosotros y entre nosotros.

Me ayudaba ¿Qué significa esto? ¿Cuál es la invitación?

¿Qué se encarna en María? : La Palabra, Jesús es la Palabra, Verbum Dei, igual a Palabra de Dios

La familia Verbum Dei, llamada a encarnar la Palabra de Dios, en nuestro ser en la medida que oremos, asimilando, entendiendo la Palabra de Dios, que transforma toda mi vida.
La Palabra es Alguien, ¿Cómo voy a encarnarla? y realmente queda fuera de nuestras fuerzas humanas es divino, la Palabra es alguien que recibimos a través de la predicación y la oración.
Nuestro Carisma a mi me encanta, aunque al comienzo eso de ser monja no iba conmigo, yo quería convencer a Dios que esto no era para mí, por eso mis padres me llevaron a Estados Unidos, pero el llamado era tan fuerte, que iba a los diversos grupos de la parroquia: y llenaba mis días allí y sentía que eso no me llenaba, pero Dios tiene sus caminos, yo estaba decidida a dejar ese año todas las actividades de la parroquia y a ser atea, pero según yo fui a una misa iba a ser la última actividad religiosa que hacía y que coincidencia, que a esa misa fueron las misioneras a invitarnos a una convivencia y como a mí ya no me interesaba, no le di importancia pero una discípula subió al coro donde yo estaba y me invitó y decidí ir.

Fue una experiencia de encuentro con Dios que me dijo: este es el lugar donde te he estado esperando.
Lo que entendía es que encontré a un Dios vivo, con el que podía hablar, en la oración.
Empecé un camino con las misioneras y me sentía feliz y tomé conciencia que el mundo necesita una Palabra encarnada.
A mí me cautiva hablar del carisma, Palabra de Dios encarnada en cada uno de nosotros. María es ejemplo que acogió y encarnó la Palabra de Dios.
El ángel vino a la ciudad de Lima, la Palabra es para los que la escuchamos. María es una realidad concreta, no es imaginación: es joven, virgen, tiene planes y proyectos para con su vida.
Nosotros, en nuestra realidad, joven, soltera, casad, viuda, en lo que estés y dónde estés la Palabra se dirige a ti, el momento ideal es el que yo vivo como soy y donde estoy.
Y el ángel le dijo no temas María, así nosotros nos sentimos indignos ¡Cómo Dios me va a venir hablar! Dios me envía ángeles, el regalo de la Palabra, no porque lo merezca sino porque Dios me ama.
En G.S. dice el hombre desde que nace, está llamado al diálogo con Dios. El nos llama a ese encuentro con la Palabra
¡Alégrate, María! Llena de gracia porque el Señor está contigo, Dios ha querido llamarte a un encuentro cercano, íntimo con Él. Tú ábrete a esa gracia que Dios te quiere regalar.

Hace rato me llegó un correo, de una estudiante de la UNI, que hace tiempo que no va a la Escuela, y me decía: Silvia necesito que me des a Dios, en la Palabra, porque me siento sola, extraño esos momentos de oración y le di unas pautas que tenía escritas.
¡Alégrate! Por estar cerca a Dios, ser consciente de que lo necesito.

María conmovida. Es normal que nos asombremos, ante la presencia de Dios, y siempre deberíamos tener ese asombro, porque cuando ya no nos dice nada caemos en la rutina y corremos el riesgo de perder la presencia de Dios y nos encontramos cogidas del mundo, cosas o personas.

Yo cuando tenía cinco años, mi papá me llevó a dar un paseo por el centro de la ciudad, y cogida de su mano saltaba, y miraba los escaparate, y en una de esas me solté pero me volví a coger de una mano, pero que no era la de mi papá cuando me di cuenta me asusté pero la seguridad de que mi papá estaba cerca, me devolvió la tranquilidad, eso nos pasa con Dios, vamos tomados de la mano de Él, pero nos distraemos y estamos cogidos por otra mano, y lo soltamos y nos aferramos a otras cosas.

Pedirle a Dios no perder el asombro que nos da su Palabra, su presencia, su vida.
No temas María, no tengas miedo, porque a Dios le ha parecido bien, compartirte su vida y depende de ti que le creas
Le pondrás por nombre Jesús, cada Palabra se encarna en nuestra vida, nos transforma en la medida que nos encontramos con Jesús, y nos dejamos evangelizar.
Es tener humildad, yo al principio no iba con la humildad porque me sonaba a ser tonta. Y es que no había entendido porque Dios habla en su lenguaje y yo en el mío, pero que paciencia la de Dios, que no te deja hasta que lo entiendas y encarnes la Palabra en tu vida.
Es como el principito que se encuentra con el zorro y le dice para ser amigos, pero el zorro le dice yo no puedo porque no estoy domesticado y si tu quieres ser mi amigo tendrás que venir todos los días a esta mima hora y domesticar mi corazón y así seremos amigos.
Y así tendremos que orar todos los días para saber que estamos en el camino de Dios y nos vamos entendiendo.
¿Cómo puede ser eso si no conozco varón? Dios me da ese espacio, para decirle nuestras dudas, así como lo que entendemos o no. Porque la mirada de Dios no es mi mirada.
Y es eso gozar, saborear lo que Dios hace en nuestra vida, a veces no lo valoramos y Dios nos dice es posible, si se puede Él nos anima. Porque podemos tener diálogo profundo con Dios, cara a cara, mi vida en Él y Él en mi vida.
Y así nos va transformando en oración, o en una Escuela, convivencia etc.
El verbo se hizo carne…
La Palabra se queda y se queda para siempre y en María se quedó porque dijo ¡SI! de una manera palpable.
El Espíritu Santo vendrá sobre ti…
Todo es obra de Dios es el Espíritu Santo que desciende sobre ti, y te hace santo, a mí me toca decir ¡SI! aunque tenga que renunciar a mis criterios, a muchas cosas que no permiten que Jesús se encarne en ti.

Yo soy la sierva… para que se haga en mí tu voluntad, lo que tú digas, es el llamado porque Dios no quiere sacrificios, ni holocausto, no quiere tus renuncias de dejar de comer, quiere que hagas su voluntad.

Como dos amigos hicieron una promesa a un santo que si les concedía lo que pedían iban a ir a su santuario que quedaba en un cerro, caminando con garbanzos dentro de los zapatos uno iba sufriendo que ya no aguantaba el dolor y el otro bien campante, alegre y el adolorido le pregunta y ¿Cómo lo haces para que no te duela?, y éste le contesta, yo me puse garbanzos cocinados.

A veces nos quedamos en lo externo, pero lo profundo es convertirse, claro que es más fácil dar cosas o hacer cosas para agradar a Dios, pero Dios quiere un corazón que haga lo que Él le dice. La Palabra es ir renunciando a nuestros caprichos, a ceder, a dar mis servicios, Dios me habla en lo pequeño y concreto y pide un ¡Hágase en mí!
En Romanos 12 dice que ofrezcamos a Dios nuestra mente, como dice Santa Teresa, el mundo lo llevamos dentro: criterios humanos, comparaciones, envidias, celos que nos carcomen; transforma tu mente, tus deseos a partir de una renovación interior, de la mente.
Y eso de encontrar la voluntad de Dios es personal, en los pequeños esfuerzos, fidelidades que quizás nadie las ve pero Dios sí y por eso te dará la gracia y la fuerza para llevarlo hasta el final.
Quiero serte fiel en lo que entiendo y le abro el corazón para decirle que se haga su Palabra en mí para muchos.























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