ESCUELA DE LA PALABRA: EL AMOR DE
DIOS NOS URGE
Estos tiempos que Dios nos regala, son de renovación de nuestra
fe, son ocasión para reunirnos porque
celebramos nuestros cincuenta años a la par de la apertura del año de la fe. Cuando el Verbum Dei estaba en sus inicios se
hacía en el marco del Concilio Vaticano II y hoy celebramos nuestro año jubilar
dentro del contexto del año de la Fe. ¿Qué espera Dios del Verbum Dei?
En el año de la fe, el Espíritu
Santo, nos invita a estar atentos a los signos de los tiempos, momentos de
grandes cambios, y reavivar nuestra audacia para “echar las redes de nuevo”.
Y en el V.D, nos invita a profundizar
nuestro carisma, que es el don tan maravilloso y tan necesario para el mundo: dedicarnos a “la
oración y ministerio de la Palabra”. Y
las redes se echan cuando los discípulos oran y ahí se fragua la conversión
diaria, en el diálogo con Dios, día a día, porque la intención es que cuando
mayor sea el tiempo que estamos con el Señor, la Palabra nos dará la luz, la fuerza para predicarlo,
anunciarlo.
La predicación nace de la oración
y testimonio de vida porque la predicación no se improvisa, se prepara día y
noche, a mi desde que me dieron pautas para enseñar a dar la Palabra, mis
pensamientos, mi actuar es en función de la predicación, a todo lo que me
rodea, veo y vivo, pregunto ¿esto me ayuda a la predicación de la Palabra? Como decía Teresita de Jesús, en medio de
pucheros y cacerolas y de las cosas diarias el Señor nos va hablando, para que quienes se acerquen a
ti se queden con Jesús.
El mundo exige y espera evangelizadores que den testimonio
de sencillez de vida, de una oración espontánea y familiar, de una caridad
para con todos, especialmente para con los pobres de obediencia, de desapego de
sí mismos, de renuncia. Sin este requisito nuestras palabras son huecas y
corren el riesgo de hacerse infecunda.
Me acuerdo de una chica de la
facultad de medicina, gran oradora y movía a la multitud de estudiantes en su
facultad, intentó hacer un camino en el Verbum Dei, pero se dio cuenta que no
era lo mismo hablar a las multitudes de la facultad donde se dejan llevar por
la cólera, o la simpatía de lo que proclaman, que predicar en el Verbum Dei, y dijo aquí tengo primero que vivir la
Palabra, orar largos ratos de oración para dirigirme al pueblo y no lo voy a
poder hacer y como el joven rico se marchó. Una cosa es ser charlista significa
que puede dar buenas charlas, con lógica, con ejemplos, pero su vida está al
otro extremo de lo que predica.
Nuestra Fraternidad tiene como
carisma específico: orar y enseñar a orar vivencialmente a través de la Palabra
de Dios llevando a la vida lo que Dios por medio de su Palabra nos da a
entender. Esta experiencia de oración nos conduce a poner en práctica los
valores del evangelio.
Me decía una amiga ¿Cómo hacer
para que en las ventas de los productos que vende mi marido, la gente sea
honesta? Desde el gerenta de ventas hasta el pequeño vendedor hay coimas y acuerdos.
Es que cuando va viviendo los
valores de Jesús, esta experiencia no puede guardarse, sino que busca invitar a
otros a experimentarla.
La Palabra de Dios que anunciamos
va destinada a todos los hombres, sin distinción de raza, pueblo o clase
social. Creemos que todos los hombres son hijos de Dios y merecen ser invitados
a vivir el amor que Dios nos propone.
Por esta razón “todos caben”:
desde la abuela octogenaria a la que se le ayuda, porque la Palabra de Dios
hace rejuvenecer por dentro, ayudando a integrar al pobre para que se sienta
libre de la miseria sobre su cabeza,
abriendo una brecha de generosidad al corazón del rico para que comparta
con los que lo necesitan, invitando a recomenzar a los matrimonios las veces
que sean necesarias, apoyados en el amor que descubren en la Palabra de
Dios, ofreciendo a los jóvenes a que no
rechacen el hogar de Papa Dios, que a veces “no les gusta” escapando de él o
evadiéndolo por otros cauces –cauces a veces tan dañinos como la droga o la
bebida-, sino acompañándolos para que sepan integrar, mejorar su ambiente, etc.
Primer Punto Oremos y renovemos nuestro impulso
misionero. Jeremías 2,2
Esta Palabra a mi me encanta
porque Dios nos invita a nunca caer en la rutina, porque la rutina hace que las
cosas pierdan la sal, el gusto de ir siempre a más, ustedes recuerden cuando recién se enamoraron
o empezaron algo con entusiasmo, si esa dinámica fue permanente, les aseguro
que da resultados. A mí me llamó la atención y me conmovió hasta las lágrimas,
un par de viejitos que bajaban del micro, no sé quién ayudaba a quién, pero el
señor bajó, ayudado por el cobrador,
luego le dio la mano a su señora para que ella baje y le besó la mano, como si
fueran novios. Ese amor no se fortalece con la rutina, sino con un amor
renovado cada día.
El Señor nos invita a no caer en
la rutina, del “debo de orar”, “tengo
que predicar” , sino acogerlo cada día, con el corazón, como si fuera la primera vez, desde el bautismo donde comienza el camino
personal de fe que continúa a lo largo de toda la vida y a lo largo de nuestro camino es necesario vivir la novedad de la
Palabra. La Palabra siempre nos trae algo nuevo. M acuerdo que un día me sentía
aburrida de orar, Apocalipsis 3,20: Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno
escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. Y una misionera me dijo que la Palabra está
en mi corazón, para que le abra y la acepte, y pueda yo comer con paciencia, en
paz… Y cada vez que oro esta Palabra me trae una novedad. Una vez, a mi amiga
le presté dinero y ya después de tiempo, yo necesitaba y se lo pedí y me
contestó una grosería y yo la abracé,
por que escuché una voz que me decía “estoy a la puerta de tu casa, para
darte amor y tú des amor en ella”
Por eso dice el Papa que la fe es
“compañera de vida”, alimentada “con la
Palabra de Dios y transmitida fielmente por la Iglesia, y nos hace vivir la vida nueva que Cristo nos
ofrece, porque, la fe es continuo camino
de encuentro con Cristo marcado por la alegría de creer y es un contagio que
hace sacar fuerzas y vigor del descubrimiento diario de su amor, que nunca
puede faltar” La Palabra de Dios, es la
antorcha que a través de generaciones, se lleva, como la antorcha olímpica,
pasa de mano en mano hasta llegar a la meta en forma personal y comunitaria. ¿De
dónde empieza nuestro camino? Que yo recuerda empieza con mi abuelo, a él, lo
recuerdo siempre dándonos la Palabra de Dios y cómo nuestra conducta debe ser
guiada por Ella; pero como no sabía de
lo que se trataba no le prestábamos mucha atención, decíamos que era cosas de
viejos, pero cuando llegué a la Comunidad,
la Palabra de Dios me transformó
y sobre la base que había recibido de mi abuelo, experimenté que la Palabra de Dios me devolvía la vida.
Para el Verbum Dei, este Año
jubilar que celebramos a partir del 17 de enero del 2012, tiene también una puerta santa, que es la experiencia vivida por el P. Jaime
Bonet, fundador del Verbum Dei, él es la
puerta de este camino de gracia que llega hasta hoy y para cada uno de
nosotros, es, desde la llamada
personal que nos hizo Dios, eso, constituye
una puerta santa, que ha de ser renovada cada día en la Palabra escuchada, asimilada,
vivida y predicada.
SEGUNDO PUNTO.- La Vida de fe se
alimenta de la Palabra de Dios. Salmo 115
Yo creo que a todos a los que
Dios ha curado por medio de la Palabra y que sienten la vida plena a la que
estamos llamados, nos surge esta pregunta ¿Cómo pagaré al Señor, todo el bien
que me ha hecho?
La vida se transforma en
gratitud, pues el Señor nos ha sacado de
la oscuridad de mentira que vivíamos, y comprobamos que, Dios no es indiferente al
drama de su criatura, sino que rompe sus cadenas y nos libera.
Es como el hijo de su esclava que ha nacido en la misma casa del dueño. Y manifiesta la alegría de pertenecer a la misma casa del dueño,
así nosotros cuando hemos sido liberado nos sentimos hijos y
pertenecientes a la casa de Dios, a la familia de Dios, en el amor y en la fidelidad.
Y ahí es donde reconocemos todo
lo que hemos recibido de Dios ¿Qué ofreceré, por tanto, al Señor? Y el Señor
te responderá: No quiere sacrificios ni holocaustos, sino toda tu vida. Y para qué le sirve mi vida al Señor. Para
vivir el carisma por el que hemos
optado.
Punto Tres.- La vida de fe nos mueve a servirle en ellos.
Hechos 4,20; El amor de Cristo nos
urge.2 Corintios 5,14.
La urgencia por comunicar el
Evangelio de Jesucristo surge del amor del mismo Cristo, pues la fe nos hace ver al
Señor en los más humildes, pobres, necesitados, etc. y nos mueve a servirle en
ellos. La fe impulsa al creyente a devolver a Cristo el amor que de Él hemos
recibido, Él es la fuente donde bebemos cada día, su amor: yo no puedo decir,
oro para aguantar a mi hermano, sino que amo a mi hermano porque bebo del amor
de Cristo, en la oración y a medida que Él me habla yo me voy contagiando de su
paciencia, de humildad, de su capacidad de servicio, en la entrega humilde y alegre con los que sufren
cualquier tipo de necesidad; de forma especial a los que no le conocen ni han
experimentado su amor.
(2 Co 5, 14) El Papa lo dice, es el amor de
Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como
ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a
todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Y el amor lo demostrando dando la Palabra, a
todos los que amamos.
Aún cuando no nos hagan caso, decir como los apóstoles “no podemos dejar de decir lo que hemos visto
y oído” porque es el Espíritu Santo, el que me da, la convicción permanente de la verdad, y Él me
inspira, me lleva a la predicación. ¿Quién avala nuestra predicación? La
experiencia personal, con Jesús. De la presencia íntima con Cristo. Y vemos a nuestros hermanos como
Cristo los mira.
Punto cuatro.- : Cristo nos mira
con compasión. Mateo 9,35-38
Cómo Jesús veía a las multitudes que le seguían, sedientas, tal como ahora las vemos, sedientas
de la verdad. Y por ello Jesús, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor y que necesitaban de
alguien que les guiara al Padre.
Como en la Segunda Guerra Mundial, en ciertos momentos
algunos oficiales del ejército Nazi perdían la noción de pensamiento cuando no
recibían ordenes de sus superiores o perdían contacto con ellos, y eso les
producía un caos, al punto de colapsar
emocional y físicamente, pues eran dependientes de un régimen que causó
mucho males pero que sin órdenes de sus autoridades, estas personas quedaban
indefensas. Asimismo Jesús veía estas multitudes con la necesidad de que se les
guiase, se les amase. Eran ovejas
dependientes y estas ovejas sin un pastor que les guiara, estaban indefensas e iban
directo a extraviarse.
Y por eso les dijo a sus
discípulos: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.”. Es decir
los sembríos están listos para ser cosechados. Los campos estan blancos, en el
punto perfecto para ser recogidos, es decir las personas están sedientas de la
Palabra, son el campo ya listo para cosechar,; es decir mi Padre ya sembró la Palabra en sus corazones, pero estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor, que les hiciera
consciente de ello y necesitaban que se
les siguiese guiando.
Y no les dice: ¡Vayan! ¡Recojan la
mies, ni ¡Ustedes serán los que
cosechen! Él les dijo: “Ruegen, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a
su mies.” Es decir Oren. Oren para que el dueño de esta mies les envíe obreros a recoger. Nos hace dar cuenta, que nada podemos hacer sin Él, (Juan 15,5) Es decir necesitan estar conmigo en la intimidad
y luego les enviaré a hacer el trabajo.
Pero su llamada se hace más profunda cuando hay que obedecer y vivir ese
llamado.
Jesús nos invita a: Tener
compasión por nuestros hermanos y mirarlos como los mira Él. A saber que los sembríos están listos para ser trabajados por los
enviados y tercero que debemos orar para que Dios envíe obreros a su mies.
Ese campo son vidas que necesitan
ser llevadas a conocer a Jesús por la Palabra, y Dios por su gracia y misericordia nos ha querido regalar la misión de predicar el evangelio de
manera personal y comunitaria en el Verbum Dei. A pesar de que, somos hombres y mujeres imperfectos y pecadores,
pero limpios por la Palabra escuchada, asimilada y orada.
Vamos a pedirle a Dios, ser más consciente de la misión que él nos confía, como a Isaías, cuando Dios
le dice: “¿A quién enviaré y quién irá
por nosotros? Isaías, Entonces responde: “Yo, Heme aquí, envíame a mí.” (Isaías 6.8).
Punto Cinco.- Y es la Palabra de Dios escuchada y vivida produce
frutos de misión.
Qué bonita actitud de Isaías, de darse a los demás para que se puedan “alimentar”
de él, él se ofrece a dar la Palabra en nombre de Dios.
Sé confía en Dios, bien sabes,
Señor, lo que tienes entre manos; a un, débil, pecador que soy, y eso te lo doy por que tú sabes reciclar y estoy dispuesto, a dejarme reciclar.
Isaías, no fue enviado por Dios,
Él se hizo disponible por amor a Dios y
buscando el mayor bien del hermano, se
impone el propósito de buscar y proponer
a ser cauce, para la evangelización que, como digo, es la razón primera y principal
de la vida comunitaria y fraterna, para
los que hemos optado ser miembro de la familia Verbum Dei.
Punto Seis.- Es el Espíritu Santo el que capacita para la misión
y fortalece nuestro testimonio. Mateo 28,19-20 Vayan, pues, y hagan que todos
los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado
a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.»
Jesús envía a estos discípulos, que
antes habían temblado ante los siervos y los soldados en el
patio de la casa del sumo sacerdote, pero
desde, que recibieron el Espíritu Santo, se transformaron en hombres valientes.
Y la gente se asombraban de escucharlos, porque sabían que eran personas del
pueblo, sin mucha preparación, pero por
su predicación sabían que habían estado con Jesús, para que les enseñase y
luego les enviaría a predicar, y la
misma gente del pueblo les parecía como
si Jesús estuviera de nuevo, vivo, ante sus
ojos en la persona de sus discípulos.
La misión, es la presencia
permanente de Jesús entre nosotros, El estará en medio de todos los que
predican, es decir quien preica, es embajador de Cristo ¿Qué hace un embajador?
Actúa en representación del presidente y para ello, tiene que ser de su
confianza y saber, lo que quiere o no; en la gente que predica es lel poder y
la convicción de haber estado y experimentado la comunión
con Jesús y esta clase de comunión con
Jesús nos da el privilegio de anunciarlo y llevarlo a todas las gentes,
como Él lo haría.
A todos los que predicamos, es el
espíritu Santo quien nos capacita y
estamos llamados a predicar el evangelio como derecho y deber que nos
incumbe por el bautismo. A nadie le queremos quitar la experiencia más
maravillosa de ver como su palabra prestada a la voz de Dios cura, saca de la
mazmorra a los presos y que es alucinante “Curar el corazón enfermo”, “curar
al corazón destrozado” (Lc.4,17)
¿Qué nos pide el señor? Nos pide ser
discípulos auténticos. Es decir en el fondo hay una vida que sostiene lo que predicamos y es la
oración que nos impulsa a predicar lo
orado. El fruto primero de la oración es la necesidad de predicar. Tal vez no
lo "sintamos" mucho pero sí que vemos la urgencia de dar lo que a
nosotros nos está dando vida.
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